Circo criollo
Del Dante
a los K
Los argentinos han recibido
con algarabía el ingreso al 2013. Algo así como una rutina que algunos han
vivido brindando con champan y otros mandándose al buche, con igual regocijo,
un tetrabrik refrescado en un balde. Sin advertir que aquí, como en el infierno
que transitara este muchacho Dante, está inscrito aquello de lasciate ogni speranza voi ch’entrate.
Lo que ocurre es que mientras Satán lo había hecho picar en la piedra en un
cuerpo mayúsculo, como para que nadie se hiciera después el gil diciendo “yo no
lo sabía” y pidiendo más que tardíamente perdón por sus pecados, aquí es
preciso deducirlo. Lo que es fácil, porque basta con hacer un pequeñísimo
esfuerzo, sin necesidad de extremar la imaginación, para saber que estamos en
el horno.
Porque ya estaba escrito en la
médula de los K lo que habría de ocurrir. El primer signo revelador está en la
mismísima Casa Rosada. Que dejó de ser lo que era para convertirse en una jaula
enrejada que denuncia, a los gritos, la índole asustadiza de sus moradores. Que,
no conformes con ello, además amurallaron la mitad de la Plaza de Mayo, la cubrieron
de vigilantes y, por si esto fuera poco, se quedaron con una cuadra, la
inicial, de la histórica calle Balcarce y con la placita donde se encuentra el
monumento al zeneize Cristóbal Colón. Hoy al navegante sólo se lo puede pispear
desde la vereda. Pero mejor es no hacerlo ni detenerse en las inmediaciones,
porque la Rosada
está poblada hoy por una serie de tipos que parecen tener muy pocas pulgas y
que no les quitan los ojos de encima a los mirones. Y como si eso fuera poco,
han agregado un museo, el del Bicentenario, a espaldas de la Rosada , que parece
construido a propósito para desmerecer el resto del conjunto arquitectónico y
al que, para ingresar, es preciso someterse al escrutinio de unos guardianes de
mala cara y de unas máquinas que detectan todo, hasta si el visitante es deudor
de la AFIP.
Pero como si esto no fuera
suficientemente expresivo para deducir quién es hoy, de lunes a viernes, el
principal habitante de la Rosada ,
también hay que saber que ha cambiado el orden interno del edificio, abatiendo
paredes, destruyendo baños, sometiendo al destierro al vice (lo que tal vez no sea
tan desacertado) y hasta prohibiendo el ingreso al piso de todos cuantos
podrían llegar a incomodarla. En primer lugar a los periodistas de la Sala , pero también a algunos
ministros y secretarios, a los que solo se convoca cuando llega el momento de
aplaudir.
En ese contexto persecutorio
se inscriben también otros síntomas no menos significativos. Cualquier
mandatario estaría chocho con el apoyo de los peronistas y de los sindicalistas
del mismo signo (otros parece que no hay). Pero para los K eso no es
suficiente, por una simple razón: el apoyo viene de afuera hacia adentro y
estos que hoy la apoyan acaso sean los mismos que ayer apoyaron a Menem,
hicieron fiestas con Cavallo, vivaban a Duhalde gritándole “cabezón, cabezón”,
cuando lo veían pasar y son incondicionales del Pocho, tanto el del 45, como de
aquel viejo que volvió en los 70 del bracete con López Rega. Están hoy con
ella, como ayer estuvieron con Él y
mañana con cualquier otro capaz de ir a San Vicente a visitar los restos del General
y de cantar la marchita a capella,
si eso le asegura los votos de los
muchachos.
Pero lo que resultaría una
situación provechosa para cualquiera, se hace insoportable para la Señora , que no sólo no se
conforma con ser otra más, en la historia del peronismo, sino que pretende no
ser menos fundadora de un movimiento, tanto o más imperecedero que el PP del
General. Para lo cual, ayudado por su hijo, que parece que es una luz en estos
menesteres, se ha provisto de un relato y de unos intérpretes tan convencidos
como bien remunerados, en quienes confía (sólo en ellos), para que le saquen la Presidencia adelante y
por tanto tiempo como el que se propone vivir. Acaso para siempre.
Dadas estas circunstancias
con las que habrá que convivir en el año 13 de este siglo novato, en las que se
confunden el terror cerval y la convicción no negociable del gobierno, sólo un
optimista profesional podría suponer que las cosas pueden ir mejor. Que se
reconozca la inflación, se respete la libertad de prensa, se den conferencias
en las que cualquiera pueda preguntar y se advierta que así vamos directo al
hoyo, es totalmente impensable. Por lo que suponer que el 13, que empezó con
saqueos, termine con los argentinos bailando tomados de la mano, es casi tan absurdo
como que alguien, en su sano juicio,
venda sus dólares a 4,50.
“Maestro –dijo el reo de la
cortada de San Ignacio, acomodado en una mesa del Margot- me parece que ya hay
que ir pensando en alguien para el 2015” . Y agregó, convencido: “Yo ya tengo
candidata: Victoria Donda”. “¿Victoria Donda?”, repitió extrañado el tipo que
lo acompañaba en la mesa. “¿Qué sabe de ella? ¿Es buena? ¿Tiene chances? ¿Es una mina inteligente? ¿Usted cree que
está preparada para el cargo?” “Mire maestro, respondió sincero el reo, le juro
que de todo eso, no se nada. Pero de lo que no me cabe ninguna duda, es de que
está buenísima”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario