viernes, 26 de diciembre de 2014

Circo criollo SUEÑOS DE JUVENTUD

 Circo criollo

 SUEÑOS DE JUVENTUD

 El año finaliza bien, con algunos apagones, con abundante feriados, con masivos traslados a la costa, sin saqueos, con una temperatura agradable, pero… Si, siempre hay un pero y este es más que importante, ya que se trata de la Presidenta de la Nación. Porque mucha gente se queja afirmando que ha aumentado la desocupación, que la guita no alcanza, que la inseguridad, que la droga, que esto y que aquello. Pero qué importancia tiene todo esto y tal vez alguna otra cosita, con el hecho de que la Señora se encuentre acosada, amenazada de muerte, como ella misma, y casi sin querer, lo ha dicho: “Si me llega a pasar algo…. miren para el Norte”. Porque es cierto, a nadie le gusta que lo anden denunciando por enriquecimiento ilícito, por no haber presentado en tiempo y forma los papeles de la hotelería calafateña, por vincularse su buen nombre con el de algún tránsfuga muy próximo al finado o porque anden contándole, como suele decirse, las monedas. Que no se trata, al fin y cabo, sino de eso, de monedas, en particular si se compara con las pretensiones de los fondos buitre (acá una fea expresión) y de las agachadas de la justicia norteamericana (y acá otra). Porque que esto lo diga una señora que hoy representa menos años que Susana Giménez y que Mirtha Legrand o, lo que es lo mismo, que aún se halla casi en la juventud, es de una tristeza a la que bien podría calificarse como infinita, inconmensurable. Y acá no hay tutía. Porque algunos, particularmente esos a los que nadie amenaza y la pasan bomba en el anonimato, podrán andar diciendo: ¿Pero de qué se queja esta mina, si lo tiene todo, guita, poder, hijos brillantes, nieto encantador, un ministro de Economía al que puede tratar de “chiquito” y hasta un helicóptero que la deja cada mañana en la puerta de su laburo y dos o tres horas después la pasa a buscar de regreso a casa? Y no en Tapiales, ni en San Justo, ni cerca de la cancha de Sanlo: no, en Olivos, que para el caso es como decir el Palacio de la Zarzuela, el Quai d’Orsay o la Casa Blanca. Lo que ocurre es que no importa lo que haga; que viva preocupada por el pueblo y lo asista multiplicando los feriados y cuidando los precios cuidados. Igualmente la oposición va a andar pidiéndole ridiculeces, como el título de abogada, que vaya a saber dónde lo puso, ya que con todo de lo que tiene que ocuparse debe estar perdido en alguna parte, tal vez en un bolso de Vuitton que ya no usa, si es que no se ha ido al lavarropas junto con la ropa sucia. Porque, admitámoslo, cómo puede ocuparse de semejantes niñerías alguien que ejerce la Presidencia de una nación (y de una nación difícil, como ésta), y que, además, se siente amenazada de muerte. Sin embargo y aparte del cuidado que esto le exige (no olvidar que están pendiente de ella cuarenta millones y pico de argentinos y quién sabe cuántos extranjeros), esta circunstancia tan particular de su vida debe causarle también una secreta satisfacción, que bien se la merece. Porque, cuando era jovencita y antes de engancharse con el santacruceño y marchar a Río Gallegos para tener allí una vida holgada y segura, ella soñaba con sumarse a la guerrilla y combatir a los milicos sin importarle el precio que esto tuviera: torturas, cárcel y cadenas y hasta la muerte si fuera preciso. En consecuencia el sentirse amenazada, aunque no sea totalmente cierto sino acaso el invento de algún colaborador extremadamente fiel y abrumadoramente ambicioso (esto es, que no quiere ser olvidado en las listas de candidatos de las próximas elecciones), le proporciona una satisfacción que ha querido transmitir, como lo ha hecho, al pueblo que la ama y la quiere viva por mil años más, si esto fuera posible.  El reo de la cortada de San Ignacio terminó la copa y se tomó luego el café, casi frío. No decía palabra y se lo veía seriamente preocupado. “Maestro, ¿qué le pasa?”, quiso saber uno. El reo se pasó la mano por la cara, se acodó en la mesa y luego, como quien ve una luz al final del camino, dijo: “Por el lado de la jubileta, estamos fritos. Estos se van y yo voy a seguir con la mínima. Por eso, me pregunto: ¿todavía estaré a tiempo de afiliarme a La Cámpora?”