lunes, 24 de febrero de 2014

Circo criollo NADIE EXTRAÑA A MORENO La política es una tarea ardua y fatigosa. Y si se la lleva a cabo sin una pizca siquiera de humor, puede convertirse en una verdadera condena. Sobre todo si al político le toca, además, llevar adelante la tarea de gobernar. Por eso, cuando se separó de su cargo al secretario de Comercio, señor Guillermo Moreno, quien había tenido ocurrencias fantásticas, como truchar el índice de precios u organizar misiones comerciales a países como Angola (donde la Señora verdaderamente se pasó, con su célebre imitación de un pollito), se temió, sólo por un momento, que el gobierno argentino se convirtiese en algo tan poco atractivo como el de Holanda o el de Dinamarca, donde la gente se levanta y se acuesta bostezando. Pero por fortuna no ocurrió así, ya que al señor Moreno casi ni hubo tiempo de extrañarlo. Porque es cierto, se devaluó fuerte y se estrenó un nuevo índice. El que dio, para el primer mes, una inflación picante, apenas un poco por debajo de la que calculaban los privados. Pero ojo al piojo, porque al mismo tiempo se lanzó al ruedo una colección de “precios cuidados”, de cuya subsistencia y control se ocuparía nada menos que La Cámpora, tanto mediante el método del apriete, como utilizando telefoninos cuidadosamente cargados con los precios de un montón de artículos que deberían estar en las góndolas a los valores oficiales. Vale decir, algo mucho más sofisticado que la campaña de los 60 días del finado Perón y tanto o más ingenioso que las ocurrencias del inefable Moreno. Pero además y esto sea acaso lo más importante, tal suma de ingeniosidades se da en un contexto decisivo: el de la apertura de las paritarias. Por lo que este gracioso sinceramiento (de algún modo hay que llamarlo), debe servir para que los sindicalistas moderen sus pretensiones y así se despeje toda posibilidad de otro “rodrigazo”. O sea, que se seguirán truchando los índices, pero esta vez con el respaldo de una metodología donde se mezclan armoniosamente el saber del ministro Kicillof y los músculos de los muchachos del pibe de la Señora. Ahora bien: ¿qué pasa si, a pesar de todo esto los precios se disparan, las góndolas se vacían y los gremios tiran la bronca? Nada o casi nada. Primero, porque los “precios cuidados” no se negocian, así las góndolas se vacíen y llegue a faltar hasta el dulce de membrillo, por lo que el Indec seguirá marcando una inflación como la alemana. Segundo, porque los súper, tanto las grandes cadenas como los chinos, son unos miserables, que no hacen más que remarcar y esconder la mercadería. Tercero, porque la prensa está pidiendo un golpe a los gritos, pero no le vamos a dar el gusto; a lo más, las temporadas en El Calafate serán un poco más largas, pero no porque los medios la arrinconen, sino por los chichones, que se le reproducen que da miedo. Y cuarto, aún nos queda el “madurazo”, que empieza con algunos muertitos en las manifestaciones y la expulsión de la CNN y termina (o sigue), con la Señora bailando salsa en la Plaza de Mayo. Al llegar a este punto el reo de la cortada bien puede decirse que estalló. “Yo –dijo- me banco todo. El macanazo de los precios cuidados, los ajustes por el nuevo índice trucho, los pibes haciendo la o con un vaso, la jubileta que no me alcanza ni para comprar fideos… ¡Pero salsa, no!” Y como alguien le preguntara por qué estaba tan exaltado, el reo respondió. “¿Pero a usted le parece, jefe? ¿Cómo la Presidenta, después de todo este desastre, va a bailar salsa?” Y como el otro se quedara mirándolo, agregó: “¿Pero qué? ¿Usted no sabe que este año es el del centenario del Gordo Troilo, que seguramente está con los ángeles custodios en algún lugar de Escocia? ¿Y entonces, cómo va a bailar salsa? Lo que tiene que bailar es un tango del 40, acompañada por el fueye de Pichuco. ¿O no?”

sábado, 15 de febrero de 2014

Circo criollo CÒMO EXPLICAR LO INEXPLICABLE Es todo un tema este de la predilección de la Señora por los gobiernos fuertes y de izquierda, como el de Cuba o ahora el del señor Maduro en Venezuela. Una hipótesis, acaso la menos cierta, es que encuentra en ellos algunas de las ventajas que extraña aquí mismo, como la de hacer y decir lo primero que se le ocurre y ser aceptada con la aprobación o el silencio de los medios. O, también, esa posibilidad de forzar la voluntad ajena, de imponer medidas según su propio criterio, sin que esto signifique luego soportar las críticas de la oposición y hasta un revés en las urnas que la saque del juego. Y si bien estos no son sueños reservados a los pobres y desheredados de la fortuna, aparecen como más extraños en una señora que no sólo cuenta con una fortuna considerable y tiene gustos equivalentes a lo bien que le ha ido en la vida y en el matrimonio, sino que ha sabido rodearse de fulanos y fulanas igualmente favorecidos por gruesas cuentas en dólares aquí o en el exterior, aunque no todos ellos las hayan amasado trabajando. Vale decir que aquí hay una incongruencia, al menos aparente. Es decir que, debido a su confusa posición ideológica, en cualquier momento podrá faltar en el país el papel higiénico o se alcanzará, como en la isla, el ideal de enfrentar solamente tres problemas –esto es, el desayuno, el almuerzo y la cena- sin que esto se encuentre relacionado con la suerte personal y el perfil económico de la Señora, así como tampoco con el de muchos de sus seguidores. En consecuencia y en tren de hallarle una explicación a esta supuesta desconexión entre suerte personal y perfil ideológico, caben al menos dos posibilidades. Una, que aborrezca ser una persona de fortuna gracias a su enlace (cuando era una bella niña pobre, hija de un colectivero), con un señor que se manejó muy bien en el mundo de los negocios, hasta el punto de convertirla, como ella lo confesó ante estudiantes de Harvard, en una abogada exitosa. Y otra, no menos agarrada de los pelos, es cierto, acaso también tenga que ver con sus orígenes: una niña malcriada por sus papás, a pesar de su modesta situación y del fanatismo de su mamá por los “triperos” de Gimnasia y Esgrima de La Plata (y no por Estudiantes, el club platense de los “chetos”), que así, inocentemente, la prepararon para convertirse en pichón de déspota no bien tuvo la oportunidad de agarrar la manija. Pero cualquiera sea el origen de su particular estrabismo psicológico, que indudablemente la perturba, vaya a saber si ahí no se encuentra también el origen de sus males físicos. Es decir, si ese encontronazo feroz entre lo que es o en lo que se ha convertido y las imágenes siempre presentes en su espejo retrovisor, no la han llevado a padecer todos estos males que hoy la aquejan, así como esta extraña costumbre que ha adoptado, de rajarse a El Calafate en cuanto puede, en su condición de convaleciente permanente por su chichonazo y por sus otros malestares detectados por la medicina. Porque convengamos en que El Calafate es muy bonito, pero aceptemos también que para pasarla panza arriba también está bueno Olivos, especialmente si le funciona el aire acondicionado. El reo de la cortada de San Ignacio se mostró inquieto. “Tanto viaje a El Calafate, tanto que le pasa esto o que le pasa aquello… Me pregunto: ¿no estará por tomarse el raje?” Y como alguien supusiera que lo que le inquietaba era que quedara Boudou al frente del Gobierno, respondió: “¡Pero no maestro! Si Boudou es un tipazo. Lo que me tiene loco, pero loco de verdad, es que esta mina se vaya y que todavía, en Avenida La Plata, siga funcionando un súper. ¡Un súper, maestro! Allí, donde jugaron nada menos que Zubieta, Farro, Pontoni, Mierko Blazina, el Lobo Fischer…. ” Dicho lo cual el reo se calló sorpresivamente y se quedó mirando a la nada, al vacío, mientras una lágrima asomaba a sus ojos. Entonces el tipo con el que hablaba, preocupado, le preguntó al que tenía al lado: “Jefe, ¿vio cómo está? ¿No habrá que llamar al SAME?”

sábado, 8 de febrero de 2014

Circo criollo PRIMERO, LO IMPORTANTE Una regla del buen político es saber separar lo importante de lo muy importante. Y vayamos al caso argentino. La inflación, el dólar blue, la escasez de tal o cual producto, las reclamaciones salariales, la inseguridad, los subsidios y alguna otra cosita, tienen su importancia. Lo que es innegable. Pero si ahora vamos a lo muy, a lo tremendamente importante, entonces en lo más alto del podio, bien pero bien arriba, hay una cosa, una sola cosa: Fútbol para Todos. Y porque nació para el cachetazo o porque sus alcances son muy limitados, es evidente que el Coqui Capitanich, traído del Chaco remoto para ungirlo Jefe de Gabinete, no lo entendió así. Y está pagando sus consecuencias. Porque si hay algo con lo que no podía meterse eso era, precisamente, Fútbol para Todos. Que es del dominio exclusivo del joven Kirchner, vía su mamá. Que es, casualmente, la Presidenta de los argentinos. Por eso, la simple pretensión de entregarle Fútbol para Todos al polifacético Tinelli, así como la idea de éste de convertir a esta joya de la corona en un simple vehículo comercial, destinado a ganar guita y por ende y acaso, darlo de baja en el Presupuesto Nacional, constituía una verdadera locura y, más que eso, un agravio directo al hijo de la Señora y un imperdonable ninguneo de La Cámpora. Que es, precisamente, el nido de los pichones K, de aquí a la Eternidad. O, al menos, mientras haya guita de la familia aún colocada en el país. Y esto no es nada. En cuanto crezca un poco el nietito acaso también adquieran una importancia capital para el Gobierno de la Señora, el ainenti, las bolitas, la mancha venenosa y la remontada de barriletes. Por lo que si de darle un consejo al Coqui se trata, en caso de que perdure en el cargo (lo que no es para nada fácil), es que debe estar bien atento al desarrollo físico del nene. Ya que si le pega con las dos piernas, la para con el pecho y la baja con la punta del botín, entonces hay que ir pensando en una extensión del Fútbol para Todos, que alcance también a las maravillas que es capaz de hacer este pibe con la globa. Además, y si bien esta pasión al fin y al cabo tan argentina por el fútbol, puede fastidiar a muchos, sobre todo los que ven que con la jubileta no llegan a fin de mes o, peor aún, viven bajo un puente o al reparo de un balcón, genera cierto alivio saber que aún la cosa podría haber sido peor. Para lo que basta con imaginar que al morrudo delfín de los K no lo atrajese tanto la de cuero, como el dominó, las damas o el Antón pirulero. Y que, en consecuencia, todos los fines de semana se transmitiesen en vivo y en directo, con el gobierno de la Cristina como sponsor exclusivo, el relato de Marcelo Araujo y los comentarios de Alejandro Apo, los partidos correspondientes a estos juegos. Un parroquiano se acercó al reo de la cortada, que estaba tomando su café, para cargarlo por su condición de fan de San Lorenzo. “Cómo se ve –le dijo- que al cuervo Tinelli lo rajaron de Fútbol para Todos. ¡Empezaron el torneo perdiendo con el que está en la cola, a punto de irse al descenso! ¿Y ahora, qué me dice, eh?” El reo terminó su café, llamó al mozo para que le cobrara y finalmente le respondió al cargoso, mientras buscaba, en los bolsillos del saco pijama, el último cigarrillo que aún le quedaba: “Maestro, usted dio en la tecla”. Y como el otro se quedara mirándolo sin comprender, el reo agregó: “El raje de este mozo Tinelli no tuvo nada que ver con el Fútbol para Todos, ni con Capitanich, ni con el pibe de la Señora. ¿Sabe qué pasó? Se lo digo, pero usted, muzzarella, no se lo cuente a nadie. Es que se avivaron que con el Papa y con Tinelli hinchas de Sanlo, ya era mucho robo. Y por eso, como no lo podían bajar a Francisco, le dieron aire a Tinelli. Pero no se caliente; los primeros maices son para las gallinas. Este año corremos de atrás”.