martes, 5 de febrero de 2013

Circo criollo - Un viaje bajo sospecha

Circo criollo  

Un viaje bajo sospecha 

Es casi ocioso decirlo pero no hay nadie, lo que se dice nadie (y eso incluye al que asó la manteca, así como  al que  puso la vela encendida en el freezer pretendiendo congelar la llama), que crean en la ridícula fábula que precede y supuestamente justifica el viaje del canciller argentino a Irán. Porque suponer que allí el presunto culpable del atentado a la AMIA, el mismo que ni por pasteles quiso venir a la Argentina y que hoy es un importante funcionario del gobierno iraní, va a confesar su horrendo crimen y extender las manos para que lo engrillen, es pecar de ingenuos o, peor, de caídos del catre. En consecuencia, lo que cabe, es preguntarse: ¿si aquella razón es absolutamente trucha, cuál es el real motivo del viaje del canciller a Teherán?  Y acá pueden arriesgarse dos: uno que, sabiendo que los iraníes no le van a dar ni la hora, se proponga aprovechar el viaje para hacer turismo con la bendición de la Señora. Suposición abonada por el hecho de que aún le faltaría conocer esa parte del mundo, tan cargada de historia. No olvidar que Darío, Ciro, Jerjes y hasta Artajerjes, salieron de por ahí. Y la otra hipótesis es, si se quiere, aún más canallesca. Que aprovechando el canciller la pinta que Dios le dio, vaya para allá, no en tren de arreglar nada relativo a la AMIA, dado su carácter de causa perdida, sino de conquista. Pero no territorial (¿a quién se le ocurre?), sino de alguna morocha con chador. Lo que a la insulsez habitual de sus intervenciones, le daría tal vez un poco de color y de fantasía. Pero no, ninguna de estas suposiciones puede ser cierta, ni la declarada ni las inferidas. En primer lugar porque el canciller es una persona, no solemne, pero seria y porque, además, si se ausentara del país por alguna de estas razones, ya sea la seria como las que no lo son,  se perdería nada menos que vaya a saber cuántas conferencias de la señora presidenta por TV.  (Es cierto, a su vuelta las podría ver grabadas, pero no es lo mismo). Descartando entonces, por absurdas, aquellas suposiciones, queda entonces en pie la verdadera razón por la que el señor Timerman, abandonando las múltiples e importantes ocupaciones que lo tienen atado a la Cancillería, estaría dispuesto a hacer las valijas e irse a Irán. Que, digámoslo de una vez, no es tan grato como marchar a París, Nueva York, La Cumbre o Mar del Plata. Entonces, ¿no será que el hijo del famoso Jacobo Timerman, hoy diplomático pero ayer nomás periodista famoso va a Irán… como espía? ¿Y de quien? ¿De la Argentina? No, ¿para qué nos serviría a nosotros espiar a los iraníes? ¿Y entonces, de quién? ¿Del Gran Bonete? ¡No! Iría de espía nada más y nada menos que…¡de los Estados Unidos!  Así, como se lee. Más: ya estaría todo bien planeado. Cuando llegue allá sostendrá, como está previsto, una charla con el supuesto autor del atentado que, como cabe suponer, negará todo y hasta se reirá de tamañas suposiciones. Pero ahí, en la primera impasse de esta chamuyeta, Timerman, haciéndose el gil, como si preguntara si va a llover, se dirigirá a sus anfitriones y, haciendo un guiño y dando un cabezazo, sacará el tema diciendo, por ejemplo: Che, que bien que anda todo por acá. No hay apagones, ni motochorros, ¿no? Y a propósito, ¿cómo andan con la atómica? ¿Ya la tienen lista? ¿Y los cohetes para que llegue hasta Wall Street, ya los ensayaron? ¿Por qué no empiezan por Israel? Para probarlos, digo. Y así, una vez ganada la confianza de sus anfitriones, les pedirá que lo lleven hasta donde están fabricando la bomba, y grabará todo con una camarita invisible que le habrán provisto los yanquis. Luego de lo cual y de declarar públicamente que el viaje ha sido maravilloso, que la pasó mejor que en Punta y que el iraní acusado es más inocente que Boudou en el caso Ciccone, se volverá con toda la documentación grabada en su poder, listo para entregársela a los yanquis y recibir, el año siguiente, luego de que Teherán haya sido completamente destruida, el Premio Nobel de la paz. “Macanas, maestro”, dijo muy seguro el reo de la cortada de San Ignacio, mire si este coso va a ir a Teherán para espiar por los yanquis con la bronca que les tiene”. “¿Seguro, maestro?”, quiso saber un parroquiano que lo estaba escuchando en el Margot. “Pero póngale la firma. Del caso de la AMIA no va a conseguir nada. De la bomba, menos. Pero se va a traer tanto millaje, que en cuanto se larguen los viajes a Marte él va a ser el primero en anotarse y…¡ fija que viaja gratis!”.

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