sábado, 9 de febrero de 2013

Los aprovechados de siempre

Circo criollo

 Los aprovechados de siempre 

“Tesis sobre un homicidio” es, qué duda cabe, una buena película. Pero, admitámoslo también, nada más que eso. Sin embargo, por alguna razón que nadie sabe explicar bien o, acaso, prefiera no hacerlo, hoy está arrasando en las boleterías de los cinematógrafos y superando, por mucho, los mayores ”tanques” de Hollywood, inclusive los que tienen grandes figuras, son dirigidos por estrellas del firmamento cinematográfico o se exhiben en 3D. El gran imán, como bien se sabe, para que el público pequeño acuda a verlos en bandadas y al que no les dan las manos para sostener las gaseosas y el pochoclo.. Ahora bien ¿cuál es el gran atractivo de esta película que arrasa con las taquillas, por más que no es yanqui ni se ve en 3D? El director es bueno, pero no es Spielberg, ni los hermanos Cohen, ni Woody Allen. El argumento también lo es, pero ni se compara con el suspense de los films de Hitchcock. Y finalmente quedan la actuación del protagonista, que es muy buena, pero tampoco puede decirse que su papel esté a la altura de las grandes interpretaciones de Marlon Brando o Laurence Olivier, vaya por caso. En consecuencia, ¿por qué acude tanta gente a verla? Y la respuesta está más que clara: es la contra. En efecto, los contreras, vale decir los piantavotos de siempre, desde los gloriosos tiempos del General, en lo primero que se fijan, antes de comprar un diario o un libro, ver una película o una obra de teatro, escuchar tal o cual tanguito, chacarera o cumbia, es de qué lado está el que lo hace o lo interpreta. Y si es de la contra, si es de los que no creen en el Eternauta, no miran 6,7,8 y le critican a la señora hasta el color del pelo, los mofletes y las puntillas, entonces van y se apresuran a ver esta película, a comprar la biografía de Lanata por Majul o a cambiar de canal cuando Ella da una de sus clases magistrales. Y la cosa no para ahí. También son los primeros en criticar la obra de gobierno cuando, por ejemplo, se toman medidas brillantes, como esta de interpelar a los autores del atentado contra la AMIA en su propia guarida de Teherán, adonde ya se dirige el canciller con un par de grilltes nuevos. O, también, cuando se le hunde un crucero corroído por el óxido, como acaba de ocurrir con el Santísima Trinidad. Otra crítica con mucho de mala leche y superchería porque, digámoslo con una mano en el corazón, ¿a que primer mandatario no se le ha hundido alguna vez un buque por ese o por cualquier otro motivo? Tal vez sólo al presidente de Bolivia, o al de Suiza y no a muchos más, convengamos en eso. Pero no, a Cristina, simplemente porque es ella,  no se lo perdonan ni se lo perdonarán jamás. Y esa es la gran diferencia. Ahora bien, después del éxito de esta película debido, más que a razones artísticas, al entredicho Darín-Cristina, habrá que estar atentos a lo que se viene. Porque no vaya a ser que aprovechando esta experiencia cualquier nabo, de aquí en mas, ya sea que escriba un libro, pinte un mamarracho o baile el tango con corte, de lengue y musculosa, se le ocurra preguntarse por el patrimonio de la Presidenta, de dónde sacan la guita sus hijos para no laburar, con qué puntaje se recibió de abogada o tantas otras cuestiones irritantes, que pueden sacarla de quicio, al sólo efecto de hacerse prensa y ganar plata con eso. “Mire maestro, dijo el reo de la cortada de San Ignacio, medio dudoso. En realidad no se qué puede resultar peor: que se ponga a discutir pavadas con este o aquel que la chichonea o que se ponga en serio a gobernar”.

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