miércoles, 24 de abril de 2013

Circo criollo AGÁRRENSE QUE VIENEN LOS PIBES Ser peronista es bastante cómodo, por eso tal vez haya tantos que aseguran que lo son y que lo serán hasta el último de sus días sobre la Tierra. Lo que pasa es que el socialismo amussoliniado del General es, aparte de sus otros méritos, bastante fácil de llevar porque obliga a muy poco. Enumeremos: en primer lugar, es algo flojo en materia moralidad porque la del General, admitámoslo, no era muy estricta que digamos y hasta se dice que le gustaban más las pebetas que una gorra nueva. Tampoco el PP es de apretar a los que les atrae la guita y la figuración, porque el Hombre no se fue del país en el 55, en la cañonera paraguaya, a mangar para el bondi y el choripan, sino que en Madrid se alojó en una quinta fenomenal y hasta le dejó lo suficiente a su viuda como para que siga empilchando en El Corte Inglés. Y por si esto fuera poco, basta con sentirse un descamisado y saber, aunque se desentone, la marchita, para tener abiertas las puertas del Congreso, de las gobernaciones, de las intendencias y hasta de la Presidencia, si es que el tipo, o la muchacha, se tira a más y tiene con qué. El único requisito exigido para aspirar a tanta felicidad y, eventualmente también, a tanta guita, es no sacar los pies del plato. Porque si bien el partido es flojo en materia de otras exigencias (idoneidad, honradez, sinceridad), no transige (pero sin fanatismo, hay que reconocerlo), con los tipos que hoy son del PP y mañana, cuando llegan arriba gracias al redoblar de los bombos y al voto entusiasta de los pirunchos, se sacan, o no, las caretas de Perón y Evita y apuntan para cualquier otro lado. (¿Menem anda por ahí? ¿Y Kirchner?) Lo que hoy viene a cuento. Porque es cierto que se está practicando un peronismo a la vieja y simpática usanza, persiguiendo a la prensa, descalificando a la oposición, restringiendo las libertades, haciendo buenos negocios y escondiendo los números verdaderos de la economía, para venderle al común de la gente un país de maravilla, generoso en feriados y en el que ni siquiera es preciso laburar y esforzarse para que todo siga de diez. Pero, ojo al piojo: porque al mismo tiempo se están dando muestras no sólo de que Perón y Evita ya no son lo que eran y que el país de los K no tiene parangón en la historia, sino que se está dejando que avancen fuerzas que se creían dormidas y que supieron morderle los talones y algo más al General, allá por los años 70. No nos pongamos nerviosos: tal vez no se trate más que de un movimiento defensivo-ofensivo. Algo así como si desde la Rosada nos estuvieran diciendo: “Mirá lo que podemos llegar a hacer si los nostálgicos del PP y los de la CGT principista no se dejan de amolar y se siguen resistiendo a venir al pie”. Pero que realmente no pase nada, las reelecciones se sigan sucediendo y los pibes K continúen jugando a la revolución social con la playstation en sus empleítos públicos. Aunque tampoco hay que descartar que en este juego de vivarachos alguien se esté equivocando y ocurra lo impensado: que los que hoy creen que tienen luz verde para lograr lo que no pudieron sus padres, sientan que ahora tienen al referí arreglado para campeonar y pretendan llevarse todo por delante, con la camiseta de La Cámpora puesta. Porque en ese caso es posible que la paz deje de estar asegurada por un largo tiempo, que los viejos kirche-peronistas terminen jubilados con la mínima y que el descalabro no perdone ni a El Calafate. “Pero no, jefe, dijo muy seguro el reo de la cortada de San Ignacio. Todo esto es pour la gallerie, como dicen los franchutes, Esto es como cuando te quieren meter miedo y te amenazan con un perro que te chumba y te muestra los dientes. Al final le tirás un hueso y el perro te mueve la cola”. Y después de una pausa, que aprovechó para tomarse el café que le quedaba en la taza, el reo agregó: “Eso si, maestro. Por las dudas, siga comprando dólares”.

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