miércoles, 1 de mayo de 2013

Circo criollo UN GOBIERNO DE GENTE TALENTOSA Si en la oposición hubiera siquiera un mínimo de decencia y de espíritu deportivo, ya alguien tendría que haber salido de ese confuso magma ideológico a felicitar al oficialismo y reconocer, de una vez por todas, su superioridad manifiesta en el campo de la política. Porque si Raúl Apold, según el excelente libro de Silvia Mercado, es “el inventor del peronismo”, sin duda la historia descubrirá, de aquí a pocos años, que en el kirchnerismo hubo alguna figura que lo igualó y tal vez, hasta lo superó. Porque sólo a una mente de incomparable brillantez, a un repentizador exquisito, se le pueden ocurrir las respuestas contundentes con que el Gobierno de la señora ha sabido contrarrestar los esfuerzos de los antiK para socavar su popularidad e impedirle su legítimo y merecido acceso, en propiedad, al sillón de Rivadavia. Y la fórmula para hacerlo es, si se quiere, simple y de bajo costo. De lo que se trata es, como se ha visto hasta ahora, de que jamás quede en manos de la oposición el último grito, la última invectiva, el último escándalo, ese que está dirigido precisamente a socavar la autoridad del Gobierno y la fe de la enorme mayoría que cree en él y promete seguirlo hasta las últimas barricadas. Tal vez lo único que habría que reprocharle es que a veces, como en el reciente caso de la “batalla del Borda”, se le va un poco la mano, ya que para escracharlo a Mauricio Macri no era necesario semejante despliegue de fuerza ni tantas víctimas. Pero en cambio qué buena y qué medida la intervención del ministro De Vido, acusado, en el programa de un tal Lanata, que se emite por un canal del monopolio, de ser el rey de la cometa de Santa Cruz. El ministro ni siquiera se molestó en rebatir esa peregrina afirmación; se limitó hablar de los que le ven el pelo al huevo, en lugar de fijarse en las virtudes de la ponedora y en el tamaño de los huevos que deposita en el país y, eventualmente, por qué no, también en el extranjero. Por ejemplo en Suiza. Todo esto habla de una inteligencia superior manejando los hilos detrás del trono. Que algunos atribuyen al ministro de Economía, el doctor Lorenzino, que recientemente dio una muestra de que está para las ligas mayores cuando, con toda habilidad, se sacó de encima a una preguntona griega que pretendía que le dijera a cuánto llegaba la inflación en la Argentina. Podría haberle dicho cualquier número, ya que nadie sabe realmente cuál es el verdadero. Pero no, eludió la respuesta, dejó la magia flotando y como si creyera que estaba en off (¡justo él!), expresó, con aires fingidos de susto, que quería irse de allí. Con toda razón y siguiendo esta broma mayúscula, que excedió los limitados alcances de la oposición para interpretarla, la señora, en un reciente acto público, volvió sobre el tema en presencia del mismo Lorenzino. Y no para echarlo a los gritos, como suponían los otarios que habría de hacer, sino para destacar que sigue junto a ella y embarcado en este mismo proyecto que va de victoria en victoria. Es decir que aquí se advierte el talento de alguien verdaderamente groso, puesto al servicio del relato, acaso superior al mismísimo Apold, ya que aquel tenía la ventaja de que, aunque quizás no lo fuera, aquello semejaba mucho una dictadura, por lo que macanear o equivocarse era mucho menos riesgoso, ya que no había quién se lo pudiera señalar, salvo que ya tuviera en la mano su pasaje a México. Además no existían Internet ni las redes sociales y hasta el monopolio, amparado por jueces truchos, sigue adelante. En definitiva hoy, lo único que ayuda, es esta oposición de morondanga, que no afina ni cuando se junta para silbar. “Le juro maestro, dijo el reo de la cortada de San Ignacio, que yo a estos tipos que nos gobiernan los admiro. Le digo más: si yo estuviera en su lugar, ya estaría apartando unos dólares. No para mandarlos afuera, sino para que en Devoto las celdas tuvieran aire acondicionado, heladera con freezer y un buen microondas”.

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