lunes, 18 de marzo de 2013

Circo criollo LOS PRIMEROS MILAGROS Hace apenas unos pocos días que el Papa argentino inició su gestión y ya ha producido dos milagros. Uno, en el territorio del futbol. El otro, en el de la política San Lorenzo, el equipo del que es hincha Bergoglio, le ha ganado a Colón, en su propia cancha de Santa Fe, por 1 a 0. Pero no sólo eso: ha derrotado a su adversario jugando buena parte del partido con sólo 10 hombres y el tanto, cuando parecía imposible que convirtiera alguno, fue gol en contra e ingresado a su propio arco con la mano por un zaguero adversario. Lo que pone de relieve que solamente por intercesión directa de Su Santidad, es que los Santos (como se los conoce), han podido llevarse los tres puntos. Y el segundo milagro se dio en el terreno del Gobierno. Porque la señora Presidenta decidió trasladarse a Roma para asistir a la consagración del nuevo Papa y tener una charla con él. Lo cual, a los ojos de cualquiera que no viva ni haya vivido en la Argentina durante estos últimos años, puede parecerle algo así como una obviedad. Ya que cómo no va a acudir a Roma quien preside un país cuando uno de sus hijos es proclamado Papa, esto es, pastor de alrededor de 1.200 millones de almas en todo el mundo, incluyendo a la mayoría de los criollos. Por lo que para medir la importancia de este gesto, también de hechura milagrosa, es preciso haber vivido en la Argentina durante estos últimos diez años. Porque si le ha tocado en suerte esa circunstancia habrá podido observar que ya entre Él, es decir, el presidente fallecido que inauguró la era Kirchner, y el prelado Jorge Bergoglio, hubo más de un roce, por no decir una profunda enemistad. La que se mostró de cien maneras, pero acaso la más notoria, evitando coincidir con él en los tedeums solemnes que acompañan las fiestas patrias o simplemente calificándolo de contrera cada vez que abría la boca para manifestar sus puntos de vista políticos. Lo que constituye, para los que no están al tanto de la jerga nacional, el máximo agravio que puede inferir un peronista a otro que no lo es o que “saca los pies del plato”. Y Bergoglio, aparte de ser hincha de los “cuervos” desde chiquito, es también manifiestamente peronista. Pero el rechazo a su figura no terminó, ni mucho menos, cuando el país y el mundo se enteraron que ese argentino, nacido en el barrio de Flores, había sido proclamado Papa. Mientras los medios privados celebraban este acontecimiento único, en los oficiales cundía algo así como una palpable zozobra y hasta alguien se atrevió a verlo como una muestra más de la mala suerte que acompaña a este gobierno. Lo que fue corroborado en la primera aparición pública de la presidenta, que al dar su consabido discurso en cadena por un hecho menor, sólo al final del mismo dedicó unas pocas palabras a saludar, sin mayor entusiasmo, como por obligación, al nuevo Pontífice criollo. Pero la cosa no terminó allí. Porque interpretando esta malquerencia apenas tolerada, seguidores del modelo aprovecharon la ocasión para dirigirle al nuevo Papa las peores invectivas, ya que se lo destrató como cómplice virtual de la última dictadura, a través de su desinterés frente a las evidenciad de que aquel régimen militar torturaba y asesinaba a mansalva, a todos cuantos eran sospechosos de formar parte de las milicias montoneras o de la izquierda revolucionaria. Pero de pronto, todo eso cesó. Es que, contra lo que suponían los fans del régimen y, un montón de ellos, protagonistas de los horribles 70, la Señora decidió darles la espalda a estos fulanos (lo que, objetivamente, no es lo más recomendable), y dispuso, de un día para otro, ser una más en el acto de consagración de Jorge Bergoglio como Papa, volando a Roma con un mate de regalo y una numerosa delegación de funcionarios. Algo así como una rendición virtual, luego de tantos años de encono. Lo cual, dados aquellos los antecedentes, bien puede calificarse como el segundo milagro atribuible al flamante Pontífice. Aunque, en tren de calificar uno y otro, sin duda el más singular es el triunfo sanlorencista en Santa Fe, algo que todos veían como mucho menos posible que la conversión de Cristina. Quien, al fin de cuentas, ejerce como profesión la política. El reo de la cortada de San Ignacio terminó de beber su café y antes de pagar preguntó, así, como al pasar, a los que estaban a su alrededor: “Che ¿ninguno de ustedes pensaba ir a Roma y se arrepintió cuando el Papa les dijo que, mejor que viajar, le dieran la guita a los pobres? “ Y como nadie se dio por aludido, el reo hizo un gesto de resignación, llamó al mozo y le preguntó: “Maestro ¿cuánto es?”

2 comentarios:

  1. Estoy disfrutando mucho de sus notas, querido Reo. Su humor sagaz, su mirada con la que me identifico me permite encontrarme con la realidad desde un lugar complice y risueño, si se quiere. Ahora si, felicitaciones Reo de la Cortada! Silvia.(sabra perdonarme la redaccion)

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