martes, 12 de marzo de 2013

Circo criollo LAS MALVINAS CASI FUERON ARGENTINAS Un éxito inesperado acaba de obtener la Argentina en su larga y hasta ahora infructuosa lucha por recuperar las islas Malvinas. Porque si bien es cierto que la votación que acaba de celebrarse dio un 98,8% de isleños inclinados por seguir siendo parte del imperio y no de la democracia criolla, 1,2% de ellos, vale decir por lo menos tres ciudadanos, optaron precisamente por la opción contraria, esto es, que las islas pertenezcan al orgulloso pabellón nacional. Lo que no es poco, aunque parezca lo contrario, según se va a demostrar enseguida. En primer lugar, porque estos comicios fueron abiertamente truchos, no porque se hayan digitado los resultados (lo que también es posible, ya que no había veedores neutrales y muchos menos representantes de la Argentina), sino porque se llevaron a cabo bajo ocupación militar y sin que una de las partes, vale decir nosotros, pudiéramos decir ni mu. Otro habría sido el resultado si el gobierno de la Señora hubiera tenido la oportunidad de hacer campaña en aquellas islas remotas y ventosas. Porque (hoy sólo cabe imaginarlo), la cosa hubiera sido diametralmente distinta si allá, como acá, se le hubiera dado lugar en las estaciones de radio y en la TV local, a las maravillosas alocuciones en cadena nacional de Cristina, a cuyos efectos hubiera bastado con que a la señorita que traduce sus palabras para los sordomudos, se la reemplazara por otra que hablara el idioma de los naturales. Salvo que Cristina, que habla perfectamente el inglés, el francés y el sueco, se hubiera inclinado por dirigirse en su propia lengua a los malvinenses, con el consiguiente impacto emocional sobre ellos. Pero si bien ese solo detalle, la palabra viva de la Señora, podría haber contribuido a cambiar los resultados de la elección, los isleños también podrían haberse volcado masivamente a favor de la Argentina si, además de las alocuciones presidenciales, hubieran tenido la oportunidad de conectarse con las otras columnas del ser nacional, como “Futbol para todos”, “6,7,8” y otras expresiones vernáculas francamente decisivas a la hora de impactar a la opinión pública. Y ni qué hablar si algunas de las maravillosas medidas que hoy rigen para el feliz pueblo argentino, hubieran tenido oportunidad de volcarse también en apoyo de las clases populares malvinenses. Como la asistencia económica a las madres, los niños y los ancianos, la energía a precio de regalo, la tarjeta del Nación para aprovechar todas las gangas de los súper y tantas otras ventajas que hoy arroja el simple hecho de ser criollo. Más aún, hasta podría haberse hecho llegar a las islas, en las vísperas comiciales, a alguna alegre delegación de barrabravas, para animar a esa gente que vive tan aislada de las cosas buenas del mundo, así como recrear una “Saladita”, de modo que pudieran contar, también allí, con las marcas más famosas, maravillosamente truchadas en talleres clandestinos. Además, si acá estuvimos casi a punto de tener un tren bala, seguramente con el mismo ímpetu y generosidad se podría haber ofrecido a los malvinenses un túnel trasatlántico para unir las islas con el continente y hasta un puente aéreo con el carnaval de Gualeguaychú. Dos ofertas incomparables que, con seguridad, hubieran volcado el voto de los indecisos (si es que aún los hubiera), a favor de los intereses nacionales. En consecuencia, ¿es correcto decir que la votación de los malvinenses fue contraria a la Argentina y favorable al imperio? De ningún modo. Si a pesar del fraude inglés un 1,2% de los malvinenses se inclinó por nuestros colores, está bien claro que de haberse dado oportunidad al gobierno de la Señora de intervenir en los comicios, los hubiéramos ganado “por afano”, como suele decirse en la tribuna. O sea que una vez más, perdimos, pero sin duda alguna aquí también fuimos los campeones morales. “Y como El Apache siga haciendo goles en Inglaterra –dijo muy serio el reo de la cortada de San Ignacio- ni le cuento si un día son los ingleses los que tienen que decidir entre su país y el nuestro. Fija que ganamos por afano”.

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