jueves, 1 de mayo de 2014

Circo criollo EL ALTO COSTO DE SER PRESIDENTE Hay quienes se han visto desconcertados o, inclusive, disgustados, por las recientes declaraciones de la señora Presidenta de la Nación, relativas al efecto que el arroz hace sobre su organismo: la constipa. Porque, en efecto, parece una revelación fuera de lugar, en particular para quien ejerce el más alto cargo de la Nación, como ocurre con la señora de Kirchner. Sin embargo, habrá que acostumbrarse a estas revelaciones hechas desde lo más alto de la jerarquía nacional y esto por motivos muy simples. En primer lugar porque en el 2015 dejará de ser Presidenta y en consecuencia lo único que está haciendo es adelantar un poco lo que más adelante será su regreso a la simple condición de señora de su casa y abuelita amorosa. Por lo que, los mismos argentinos que le han negado toda posibilidad de mantener el poder, no tienen ahora ningún derecho de quejarse porque la Señora adelante, siquiera un poquito, su regreso a la etapa estrictamente familiar. Lo que, sin embargo, no implicará que un día se la vea barriendo la vereda de la calle Balcarce antes de retirarse de la Rosada. Por otra parte esa historia de su constipación, dicha así, como al pasar, tal vez implique, consciente o inconscientemente, una suerte de reproche a la ciudadanía que supo elegirla por dos veces para la Presidencia de la Nación o, si no tanto, al menos una revelación de que su estada durante ocho años al frente del Gobierno, le ha significado un sacrificio importante. Porque para el constipado las oportunidades de salir, aunque sea brevemente de esa triste condición, son por demás importantes. Ya que si el tipo que sufre de ese mal es un cualquiera, un empleado público, un jornalero, no pasa nada. Interrumpe lo que sea, una conversación en la cantina, un partido de fútbol por TV, una siesta con la patrona, va al baño, se alivia y ya está, queda como nuevo y reconciliado con su naturaleza. Pero no es lo mismo, ni por asomo, el caso de quien ejerce un cargo tan alto como el de Presidente. Porque bajo esa circunstancia y si le vienen las ganas, después de un largo período de bloqueo intestinal, podrá o no podrá satisfacer las exigencias de su naturaleza. Porque si no está atendiendo ningún asunto importante, todo marchará de maravillas. Pero si está en un acto solemne, si el momento único y acuciante la sorprende durante un discurso propio o de algún personaje de valía, si tiene una multitud delante que corea su nombre o si debe recibir a un embajador del Primer Mundo, ahí la cosa se complica. Y, eso lo saben bien los constipados, oportunidad que se pierde no regresa así nomás. Y, por añadidura, el aguantarse contra Natura suele derivar en una acentuación de la circunstancia penosa por la que suele transitar el constipado. Es decir que la declaración de la señora no ha sido al pasar ni porque se le ocurrió en ese momento. La circunstancia de estar hablando precisamente del arroz, un constipante serial, seguramente le trajo los más tristes recuerdos de su gestión y de allí que haya aprovechado esa circunstancia, para dar a conocer los sufrimientos que también puede provocar el ejercicio del cargo presidencial. O sea, en el ejercicio de la Presidencia no todo es miel y hojuelas; también implica tremendos sacrificios, como puede suceder si el que ejerce el cargo es un constipado. El reo de la cortada de San Ignacio apuró la ginebra y luego comentó: “Sabe, maestro, que yo la veía medio demacrada. Y mire por lo que era: la constipación. Y digo yo, ¿no habrá sido esa la causa de aquella escala misteriosa que el avión que la llevaba ya ni me acuerdo a donde, hizo en esas islas llamadas la Seychelles? Porque me han dicho que las letrinas de los aviones son medio incómodas. ¿O no?”

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