sábado, 17 de mayo de 2014

Circo criollo UN NOMBRE PARA EL DINOSAURIO El dinosaurio más grande del mundo, con un peso equivalente al de 14 elefantes y un fémur de 2,40 metros, ha sido hallado en un paraje de la provincia de Chubut, República Argentina. Un descubrimiento al que bien puede señalarse como la frutilla del postre. Porque, admitámoslo, es lo único que nos faltaba. Ya que el país que ha dado al mundo a Maradona y a Messi, a Perón y Evita y al queso y dulce, cuenta ahora también para su record impresionante, con este espécimen extraordinario de dino. Como no lo tienen ni lo han tenido Europa ni los Estados Unidos y tampoco China ni Rusia, que se la dan de gran cosa. Y precisamente debido a que se trata de un fósil verdaderamente único, singular e imbatible, es que no habría que mencionarlo, de aquí en adelante, como si se tratase de los restos de un bicho cualquiera, de esos que han caminado, hace millones de años, por diversos lugares de este planeta. Una advertencia, una recomendación que no es banal ni caprichosa y mucho menos inoportuna. Ya que, según los primeros comentarios que han seguido a este importantísimo descubrimiento, se le estaría por poner, de nombre, alguno relacionado con sus descubridores. Lo que significaría que este portento de la Naturaleza, este ejemplar único, podría ser designado como Perezaurio o Dinofernandezaurio, si es que no se recurre al aún más ridículo de Sombrerosaurio, por el sitio de la provincia de Chubut en que fue encontrado, junto con otro montón de huesos. (Que acaso fueran de su familia o de su relación, dado que, según parece, ese sitio era algo así como la Recoleta de aquellos tiempos prehistóricos). Pero yendo al punto, si esta bestia que alcanzaba semejante envergadura alimentándose tan solo de pastitos y otros vegetales que encontraría por allí, cumple con la doble condición de su extraordinaria envergadura y de haber sido descubierto –porque por allí andaría pastando- en tierras argentinas, no hay que pensarlo más. El único nombre que le cabe y para que así se lo reconozca hoy y así también lo mencione la posteridad, es el que sin duda 40 millones de tipos ya están pensando: DinoKa o Néstorsaurio, naturalmente que por él, por el Nestornauta, por el ex presidente Kirchner. Porque Néstor, acaso el más grande de los políticos con que ha contado el país y sagaz hasta el punto de elegir por esposa a quien habría de ser, también ella, presidenta de la República, hoy tiene monumentos y llevan su nombre calles, avenidas, escuelas, hospitales y decenas de cosas. Pero hasta ahora ningún dinosaurio ha merecido ese homenaje. Acaso porque eran muy chicos o similares a otros miles que han andado por allí, matándose a colazos, patadas y mordiscones con los de su especie. Pero ahora, gracias a este formidable descubrimiento, ha llegado la hora de salvar esta ausencia, poniéndole al dinosaurio más grande y poderoso del mundo y descubierto precisamente en el sur del país, donde (acaso no por casualidad), brilló el genio de este político impar, el nombre de Néstorsaurio o de DinoKa. Salvo, lo que también es posible, que se descubriera que el animalito no era varón, en cuyo caso sólo cabría denominarla de esta manera: Cristinasaurio. El reo de la cortada de San Ignacio terminó de beber su café como si se tratara de un castigo y llamó al mozo. “Pibe –le dijo- ¿no sabés si este era el café que tomaban los dinosaurios?” Y como el mozo no supiera qué decirle, el reo agregó: “¿Sabés por qué te lo pregunto? Porque de esos bichos no quedó ni uno. ¿Entendés?” El mozo hizo se encogió de hombros y finalmente respondió: “Dinosaurios, fija que no. Pero me parece que igual tiene razón. Porque jubilados nos quedan cada vez menos”.

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