lunes, 2 de diciembre de 2013

Circo criollo LA NUEVA PELÍCULA A la Presidenta se la extraña. Es que aunque el nuevo equipo armado por la Señora tiene un perfil destacado y lucen como estrellas (¿fugaces?), tanto el nuevo Jefe de Gabinete, el señor Capitanich, como el ministro de Economía, el joven Kicillof, ninguno tiene el impacto sobre la opinión pública que tenían las intervenciones de la Señora por la cadena de TV. Se trataba de apariciones que la gente seguía con verdadero entusiasmo porque en ellas la Señora desplegaba todo su encanto. Hasta el punto que puede afirmarse que si, a pesar de eso, las urnas le fueron esquivas en las dos últimas elecciones, esto no se ha debido a que sus reiteradas presentaciones tuvieran “estufos” (como se decía antes) a los criollos, sino acaso a que no fueron suficientemente frecuentes, como lo reclamaba la audiencia. Pero por fortuna, el final de la convalecencia de la Señora acaso marcó el nuevo perfil que acompañará su presencia, otra vez frecuente, como el público le reclama, en el hogar de los argentinos. Porque el film, lamentablemente breve, que la talentosa hija de la Señora realizó en Olivos, está pidiendo un bis. O, mejor, una nueva realización. Porque lo que mostró en esa aparición casi fugaz, apenas recobrada de la riesgosa operación a la que fue sometida, generó deseos de nuevas presencias suyas en la pantalla chica y, por qué no, también en la grande. Porque Capitanich será la cara de las nuevas medidas encaminadas a enderezar la nave de la República, que luce sólo ligeramente escorada; Kicillof se lucirá en su gran papel de custodio del “relato”, no importa lo que haga y lo que diga, ya que para ello basta con su manifiesto marxismo. Pero la Señora es irreemplazable. Por lo que seguramente la fina directora cinematográfica en que ha devenido la hija de la Presidenta, después de cortos pero intensos estudios en el país del Norte, debería tener en mente nuevas presentaciones de la Señora, ya que se constituirán con seguridad en otros tantos golazos. Si bien no han trascendido nuevos argumentos ni cuál sería el mensaje, se le podría sugerir que no se olvide, la próxima vez, de darle cabida a Nestorcito, el flamante nietito de la Presidenta, en lugar del simpático perrito Simón. Así, mientras la Señora expone sus sustanciosos argumentos acerca de lo que sea, podría vérsela bañando al bebé en la bañaderita de plástico (no olvidar, en este caso, de hacerle verificar la temperatura del agua con el codo) o poniéndole talco en la colita. También sería de gran punch para la audiencia que, en otro corto, se la viera con su hijo y que, así como al pasar, entre una y otra mención al estado de las finanzas públicas y al repunte espectacular de las reservas, le preguntará cariñosa: ¿Y qué hiciste hoy, nene? ¿Trabajaste mucho? Por favor, no te esfuerces demasiado, que sino después te va a costar dormir la siesta. Y sería igualmente magnífico presentarla en su hotel de El Calafate, preparando tragos en la barra y cambiando impresiones con Cristóbal López y Lázaro Báez. A los que podría preguntarles: ¿Y a ustedes les parece que hay inflación? Porque aquí en el hotel la tarifa en dólares no se ha movido ni un céntimo. Lo que podría ser comentado por alguno de ellos, diciendo, por ejemplo: ¿Inflación? Pero si esto parece Suiza. A lo que el otro podría agregar: ¿Suiza dijiste? Aquí estamos mejor que en Suiza. No sabés lo que me costó el tacho la última vez que fui al banco en Zurich a alquilar otra caja de seguridad. A lo que ella podría agregar, admonitoria pero sonriente, mientras les sirve unos tragos: Ah no, en Suiza no, que acá tenemos cajas de seguridad tan buenas como las helvéticas y mucho más baratas. “Qué lástima –dijo el reo de la cortada de San Ignacio- que ya se fue este muchacho Moreno. Si no, ¿saben que película de cowboys podría haber hecho la pebeta Kirchner con su mamá y esos otros dos cosos?” “¿Y los indios?”, le preguntó un parroquiano. “¿Los indios? –repitió el reo-. Y, los indios, como siempre, seríamos nosotros”.

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