domingo, 22 de diciembre de 2013

Circo criollo UN VERANO DE TERROR Decir de alguien que se encuentra en el mejor lugar en el peor momento, se presta a chistes chanchos que no se condicen con la seriedad que deben tener los análisis políticos. Pero esa es precisamente la situación en que se encuentra el señor Coqui Capitanich, que inicialmente apareció como una suerte de mandamás suplente, de presencia diaria en la TV y con agallas suficientes para responder con autoridad al más enconado de los adversarios, disfrazado como siempre de periodista. Pero esta presencia avasallante, propia del tipo que dijo “déjenme a mi, que yo lo arreglo”, está dejando paso, desde que los calores del verano y los apagones se hicieron presentes, a otro tipo, menos seguro de si mismo, más dubitativo, como si alguien, cuando bajó el telón de alguna de sus presentaciones, se le hubiera arrimado para decirle: “Pero pará, gil, ¿o vos te la creíste de verdad que sos el que para la olla y cocina el estofado?” Desde entonces se lo ve menos seguro, más dubitativo y hasta un poquitín arrepentido, como debe sentirse un DT cuando lo llaman para salvar a un equipo que igual se va, inexorablemente, al descenso. O como el forward que, señalándose el pecho, pide la ball para patear el penal y termina tirándola a las tribunas. Lo cual crea una nueva expectativa. Porque es cierto, la presencia de Coqui ante las cámaras tenía como justificativo la ausencia temporal de la Señora, a causa del agujerito en la mollera y del consiguiente reposo recomendado por los facultativos. Pero bien se sabe que esta circunstancia no es eterna, como Evita, sino que apunta a un plazo relativamente breve, en el que su naturaleza debe retornar a la normalidad, aunque sea vigilada, y por consiguiente a los primeros planos que hoy ocupa, como suplente, el hombre del Chaco. Ahora bien, ¿al Coqui le informaron mal, se tomó a pecho lo de primer ministro con presidenta vacante o simplemente se agrandó Chacarita y se vio como candidato en el 2015? Porque viendo cómo se presenta el verano, acaso el Coqui no haya sido más que el producto de una sabia especulación urdida en Olivos, sabiendo que la canícula venía fuerte y que había que armar un nuevo team que apuntara, al menos, a salvar la ropa y la guita. Desprendiéndose de los players que ya venían muy golpeados, como el inefable Moreno y aprovechando el consejo médico para poner en marcha el autosecuestro de la señora y el cambio de equilibristas y payasos, encabezados por Capitanich, para pasar el verano. Mientras Zannini, De Vido, Aníbal, los hermanitos K y hasta Nestorcito, el nieto, ideaban la manera de zafar hasta que haya que irse nomás, pero con los morlacos convenientemente encanutados. Al reo de la cortada de San Ignacio no había manera de contenerlo. No lo preocupaban los apagones y mucho menos el Coqui Capitanich. El campeonato ganado por San Lorenzo le había provocado tal nivel de excitación, que el hombre derrochaba su menguada jubileta y su salud en brindis interminables. Además él, siempre reticente en materia religiosa y que jamás se había subido a un avión, se transformó en un fan del Papa y hablaba hasta de empeñar las camisetas autografiadas del Tata Martino y del Lobo Fischer, si es que con eso podía adquirir un vuelo que lo dejara en el Vaticano. Sin embargo, cuando un tipo se le arrimó para preguntarle si pensaba que iban a repetir en el 2014, le cambió la cara y confesó: “Le tengo miedo al Lobo”. Y enseguida agregó, en voz muy baja y mirando hacia los costados: “Usted sabe quiénes son hinchas de Gimnasia de La Plata, ¿no? La Presi y la madre de la Presi. Bueno me han dicho, de muy buena fuente, que le han ordenado a Lázaro Báez que pare la mano con eso de alquilarle piezas de los hoteles. A partir de ahora tiene que dirigir toda la guita a reforzar el plantel del Lobo. ¿Y sabe en quién está pensando la Nona? En Messi, en Di Maria, en Neymar, en…”

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