martes, 17 de diciembre de 2013

Circo criollo PALABRAS REFRESCANTES Tal vez lo más conveniente fuera que, lo que sigue a continuación, no cayera en manos ni fuera leído por gente impresionable, de avanzada edad o que hubiera sufrido recientemente ataques de pánico o de cualquier otra naturaleza. Porque lo que habrá de decirse es muy, pero muy fuerte. Aunque nadie lo crea o ni siquiera pueda imaginarlo (mientras sufre, a oscuras y sin alivio, el furor de la canícula, luego de haber subido varios pisos por la escalera y de haberse lavado apenas la punta de los dedos con el agua que aún quedaba en la pava del mate), a fines de los años 30, la CHADE, es decir la empresa que proporcionaba el fluido eléctrico en la Capital, ofrecía a sus clientes, a pagar en cómodas cuotas mensuales, incluidas en la factura del servicio, la compra de ventiladores. Es decir que, la que hoy se conoce como Segba y es nacional, cuando pertenecía al perverso capital extranjero alentaba el consumo eléctrico, proponiéndole al cliente que abandonara la pantalla de la tintorería o el abanico y adoptara, para pasar mejor el verano, aquellos modernos aparatos de entonces. Esto viene a cuento no sólo por la frecuencia de los cortes de luz que se padecen hoy no bien el termómetro supera los 30º, sino por las ocurrentes palabras pronunciadas recientemente por el señor De Vido, que no por nada ejerce, desde los inicios de la gestión K, el ministerio de Planificación.Vale decir, el que tiene a su cargo el manejo del telescopio oficial, de modo de ir previendo hacia dónde se mueve el mundo, hacia dónde debería hacerlo el país, qué medidas tomar y qué inversiones hacer, de modo que los criollos estemos, como siempre, a la vanguardia de los pueblos civilizados del orbe. (Y de Marte también, si algún día se descubre que allí hay tipos como nosotros y que ya es hora de invadirlos y hacerlos pelota). El señor Julio De Vido, como genuino varón de la futurología vernácula, de las inversiones a realizar, de los planes, en fin, para que todo marche de 10, se ha molestado recientemente en acudir a la TV, no para decirles a los criollos que este verano la habremos de pasar bomba, con aire acondicionado, el freezer lleno de helados y bebidas refrescantes y los ascensores funcionando a full las 24 horas del día, para deleite de los niños y consuelo de los ancianos y achacosos que viven en los pisos altos de los consorcios, sino para todo lo contrario. Porque para lo que ha hecho un breve paréntesis en sus pesadas ocupaciones, es para advertirles que lo mejor que pueden hacer, si es que no quieren leer el diario a oscuras, perderse la telenovela y bañarse en el Riachuelo, es ni acordarse de que tienen instalados acondicionadores de aire y (no dicho pero si insinuado), que lo mejor que pueden hacer, cuando la canícula aprieta, es volver al abanico español o a las pantallitas de cartón de las tintorerías. Con lo que seguramente habrá considerado que, al menos para el resto del verano, tiene asegurado su empleo en lo que a la planificación nacional se refiere y aún tendría tiempo y lugar para ejercer ese mismo cometido en países menos desarrollados, como Alemania, Suiza o Finlandia. “Maestro –dijo el reo de la cortada de San Ignacio, luego de advertir que esa noche iba a tener que sacar otra vez el catre al patio, para poder dormir- no sabe cómo lo extraño a ese muchacho Moreno”. Y cómo le preguntaran por qué, agregó: “¿No vio lo que nos están cobrando las velas y las pilas? Al Guille eso no se lo hacían. Porque no sólo les ponía precio máximo, que se cumplía o se cumplía, sino que a todos los chinos los mandaba en cana. ¿O no?”

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