viernes, 4 de julio de 2014

Circo criollo UN FUTURO ESTREMECEDOR Es admirable (qué menos), la manera imaginativa, pero también férrea, con que la señora defiende a su vicepresidente, tan injustamente atacado por su supuesta intervención en la apropiación de una imprenta. Algo totalmente descabellado, ya que si hay de algo de lo que el señor Boudou no sabe y tampoco le interesa, es de imprentas. Más, lo que a él realmente le importan son las motos, las guitarras y las minas, sin que por ello haya intentado jamás dedicarse al arreglo de una Harley, a la fabricación de instrumentos musicales ni a la trata de blancas. Eso está bien claro. Sin embargo y volviendo al rol que la señora Presidenta está jugando en todo este feo asunto, es evidente que no siempre podrá actuar como lo ha venido haciendo hasta ahora, esto es, negando que el hombre haya metido la mano en la lata, ni que ande en un guay fulero. Porque, a la vez, este problemita del vice al que, por esas falsas sospechas, no puede dejarlo solo en la Jaula Rosada ni un ratito, le trae también sus dilemas a ella misma. Porque ya se sabe que, lo mismo para la oposición que para los medios enrolados con el contrerismo más desembozado, la Presidenta estaría demostrando, mejor aún que si lo confesara abiertamente, que el bienAmado Boudou es un tipo al que no se le puede dejar que se siente ni un minuto en el sillón de Rivadavia, no vaya a ser que lo ponga en venta o que lo use para fines que no se le hubieran ocurrido ni al mismísimo don Bernardino, pese a su fama de morochón encarador. Por lo que hay que ir pensando en qué puede ocurrir si esta situación prosigue, al juez Lijo no hay forma de convencerlo ni suma que lo haga cambiar de parecer y, por ende, el vice sigue siendo un tipo cuestionado y para nada apto para reemplazar a la Presi ni siquiera unos minutos. Pues entonces volverá a suceder lo que acaba de verse y que es terrible: que la Señora haya tenido que cancelar su viaje a Asunción a causa de una afección a la garganta. Lo que ni siquiera vale como excusa, ya que quienes han tenido ocasión de estar cerca de ella la han oído cantar como una alondra y mandarse al buche un puchero de gallina como el que le hacía la mamá, circunstancias que no se compaginan, de ningún modo, con una afección a la gola. Y que, por el contrario, suena más bien a un invento dirigido a no dejarle ni por un ratito el sitio a este muchacho Boudou, por más que esté absolutamente convencida de su inocencia. Por lo que cabe anticipar que el problema del vice tendrá que ingresar, forzosamente, en alguna vía de solución. Porque, de lo contrario, cada vez que la Señora sea invitada a viajar el exterior deberá acudir, como acaba de hacerlo, a excusas relacionadas con su salud. Y así un día deberá aparecer con un parche en un ojo, otro gambeteando baldosas con una pierna floja y ayudada por un bastón, un tercero enyesada hasta el cuadril y un cuarto hablando por señas, porque dirán que le han tenido que bajar todos los dientes debido a una grave infección. Pero eso no sería nada comparado con lo que perdería la Humanidad. Porque –y de sólo pensarlo da pavor- qué pasaría con las grandes reuniones internacionales, las de Naciones Unidas, las del Fondo Monetario, las de Davos, las regionales y tantas otras, así como la asunción de reyes y presidentes, sin la presencia señera de la señora. Algo que sólo una palabra puede definir: un fiasco. “Pero claro, maestro –dijo el reo de la cortada de San Ignacio mientras le pedía la cuenta al mozo, con la esperanza de que le dijera que el café ya estaba pago-. Sería un verdadero desastre. Algo así como el programa de este mozo Tinelli sin Viky Xipolitakis o la Selección nacional en el Mundial sin el pibe Messi. ¿O no?”

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