jueves, 30 de enero de 2014

Circo criollo ¡OTRA VEZ SOPA! Se los ve tan asustados que, la verdad sea dicha, dan ganas de creerles. No vaya a ser que a causa de nuestra insensibilidad, de la poca credibilidad que les dispensamos a los funcionarios, de esa suerte de resignado cinismo al que nos han remitido los hechos de nuestra historia más o menos reciente, estos muchachos, buenos, meritorios, no sólo pierdan su laburo sino que terminen corridos de la Rosada, como ya ha ocurrido tantas veces. Porque desde la “campaña de los 60 días”, allá por los años cuarenta, de los gallegos almaceneros que iban 15 días a Devoto por haber cobrado 10 guitas más caro el azúcar; y, más acá, de aquel ministro de Alfonsín que le habló a los empresarios con el corazón y le respondieron con el bolsillo, más un antes que quedó para siempre como “el rodrigazo”, y un después que bien puede señalarse como “el delarruazo”, el alma de los criollos se ha visto tan alimentada por promesas y desdichas, que ni siquiera les queda ya margen para tomarse en serio a un jovencito patilludo que sostiene que todos los males provienen de la prensa y las corporaciones. O, lo que es lo mismo, que no tienen nada que ver los dislates propios y ajenos que se han ido acumulando. Esto es, dislates que vienen de lejos y que ni él ni su banda rockera han podido ni sabido corregir. Acaso lo que más duela, al verlos ante las cámaras y respondiendo preguntas de periodistas que ya adivinan las respuestas (porque no pueden ser otras que las mismas de siempre), es el esfuerzo solitario que están haciendo para que la nave no se vaya a pique. Y para lo que no cuentan con la presencia ante las cámaras de los ministros y funcionarios que han llevado a esto (algunos de los cuales todavía se dejan ver como héroes del “relato” y de la década ganada), así como tampoco de la Señora, refugiada en sus chichones y ahora también en su lumbalgia. Y a la que se vio recientemente más interesada en compartir unos “moros y cristianos” en un almuerzo con Fidel, que en involucrarse en esta cruzada. Acaso porque, ella también, la da por perdida, tiene los morlacos a buen resguardo y no quiere ni que le mencionen lo que se viene después. Es decir que si llegara a haber un maxi golpe inflacionario y una disparada incontenible del blue (el Señor y Francisco no lo quieran, aunque este último parece más involucrado en la campaña de los cuervos que en los asuntos del Gobierno), esta crisis llevará quizá el nombre de la “doble K”, tanto por el apellido de casada de la Señora, como por el del ministro de las patillas. Lo que es, también, una forma de entrar en la historia. ¿O Celestino Rodrigo e Isabelita no figuran ya en todos los libros de texto? “No, maestro –dijo el reo de la cortada de San Ignacio, casi indignado-. ¿Cómo les van a hacer eso a estos pibes, que se ve que son buenazos y que mañana pueden ser ministros de cualquier otro gobierno?” Y como alguien le advirtiera que no tienen más remedio que aguantar, porque forman parte del elenco oficial, el reo respondió: “No jefe, ¿acaso no les puede agarrar una colitis, o salirles un sarpullido? Y le digo más, maestro: si yo fuera ellos, les digo que me falla el bobo, renuncio, agarro la guita ¿y a que no saben que hago?”. “Si, ya se, le respondió uno, compra dólares”. El reo se quedó mudo unos segundos y al fin dijo: “Maestro, ¿cómo adivinó? No me diga. ¡Usted es mago!”. .

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