jueves, 5 de septiembre de 2013

Circo criollo LA GRAN REVELACION DE SAN PETERSBURGO Un gran éxito acaba de anotarse la Argentina, a través de su presidenta, en la reunión internacional que se lleva a cabo en San Petersburgo, Rusia. Gracias a ella y a sus conocimientos de inglés, se ha descubierto que los que solían llamarse “paraísos fiscales” no eran tales sino “guaridas fiscales”; es decir que, como lo puntualizó, se trata de una vieja confusión, ya que haven, esto es guarida, fue convertida en heaven (paraíso) por gente que indudablemente no conoce el idioma de Shakespeare como ella. A partir de esta revelación lo que se creía habría de ser el tema principal de este encuentro internacional, esto es, la intervención militar, o no, en Siria, para terminar con el régimen que acaba de incluir las armas químicas en sus argumentos para conservar el poder, ha pasado resueltamente a un segundo plano. Y, cabe consignarlo también, las figuras de Obama, Putin y otros supuestamente grandes, fueron opacadas por la de esta modesta señora que guía los destinos de la Argentina y que seguramente lo seguirá haciendo durante muchísimos años. Ahora bien, véase cómo se concatenan las cosas y cómo de una sospecha llena de perfidia, pueden salir revelaciones como la que ha sorprendido a los mandatarios reunidos en aquella ciudad rusa fundada por Pedro el Grande. Porque, atando cabos, es más que posible que esta maravillosa puntualización del verdadero origen y, más que ello, del significado real de una expresión casi cotidiana –especialmente en los medios- se deba a un hecho que, en realidad, nada tuvo que ver con ello. En efecto, hace muy poco un periodista, desde un medio francamente enemigo del Gobierno de la señora, intentó demostrar, sin éxito, que una escala en las islas Seychelles del avión que conducía a la presidenta de los argentinos de Vietnam a Buenos Aires, estaba vinculada con una operación personal de la señora en esa guarida fiscal. Lo que seguramente dio origen, más allá de la terminante desmentida de que la señora haya empleado alguna de las trece horas que estuvo en ese lugar, en otra cosa que descansar, visitar alguna tienda pero sólo para ver y, acaso también, en mojar sus pies en las aguas del Indico, a esta sensacional revelación que ha sacudido a las personalidades presentes en aquella ciudad rusa. Porque, ante el ataque inesperado e injusto, es muy posible que la Señora haya acudido a la flamante enciclopedia en inglés que tiene sobre su mesa de luz y allí haya advertido, por un lado, dónde quedaban las Seychelles y, por otro, que no se trataba en verdad de ningún paraíso, salvo turístico, sino de una guarida fiscal, y acaso de las peores, según la definición original inglesa de esos malditos lugares donde los K no tienen depositado ni un céntimo partido por la mitad. Ya que lo poco que han reunido, a lo largo de años de trabajo y de ahorro perseverante, se encuentra dentro de unas bóvedas, como puede tenerlas cualquier hijo de vecino. Si después de semejante revelación no se consigue parar la guerra y terminar con el exterminio de civiles en Siria; o, por el contrario, si se da vía libre a la intervención de terceros para que cese el dictador en el poder aunque eso cueste otros miles de muertos y la destrucción de pueblos y ciudades, ya casi no importa. Así como tampoco interesa que no se consiga parar a los fondos buitres que pretenden que la Argentina les pague los bonos que mantienen tozudamente en su poder y que ya deben estar viejos, feos y arrugados. Al menos y he aquí otro éxito de la Señora, a nadie se le ocurrió que lo de “buitres” estaba mal interpretado y que en realidad se trataba de algún otro pajarito. Son y serán buitres nomás y embargadores seriales, mal que les pese al juez Griesa y a todos esos ridículos que han fallado contra la Argentina. Al reo de la cortada de San Ignacio, por más que no es K ni cobra un peso de la Càmpora, sino un jubilado con la mínima que ni siquiera pagaba Ganancias, no le quedó otra que rendirse ante el talento de la Señora. “¡Cómo sabe de inglés!”, dijo sinceramente admirado. Y como alguien, aunque admitiendo que la Presidenta es algo así como un pozo de sabiduría, le criticara su tendencia a amarrocar plata, el reo lo paró en seco: “Maestro, me extraña –le respondió de mal modo-. ¿No sabe que ahora tiene un nieto? ¿Y qué pasa si el pibito sigue la carrera del padre, eh? Más vale entonces que ella junte algunos pesos, ahora que puede, para dejarle al pobrecito y que no termine en los caños. ¿O no?”

No hay comentarios:

Publicar un comentario