viernes, 20 de septiembre de 2013

Celulares, celulares ACTO UNICO La escena transcurre en un restaurante. Varias mesas y sillas, un mostrador, detrás una puerta practicable y a la izquierda la entrada al salón. Al levantarse el telón hay varias mesas ocupadas y un mozo cerca de la entrada en actitud de espera. La gente que está en el local recurre frecuentemente a sus teléfonos celulares y las llamadas, con sus sonidos particulares, constituyen la música de fondo de la obra durante todo su transcurso. Ingresan Juan y Carlos charlando animadamente. El mozo los recibe. Juan: Una mesa para cuatro, por favor. Ah, me están llamando. (Atiende su celular). Ah, si, hola. Si, ¿dónde están? Si, nosotros ya llegamos. Bueno, eso es a cinco minutos de acá. No se olviden de dónde tienen que decirle al chofer que doble. Si, Las Tinajas. Las Tinajas. Eso. Las esperamos. (A Carlos) Era Marga. Vienen en un taxi. Mozo: (Que los ha guiado hasta una mesa) ¿Acá está bien? Carlos: Si, cómo no. ¿No fumadores, no? Mozo: Ahora todo el salón es fumadores free, señor. Carlos: Ah, si, es cierto. (Se sientan). Bue… Ahora me están llamando a mí. (Atiende su celular). Ah, si, pero si acaba de llamar Marga. Si está bien. (Cierra su celular). Era Gabi. Que por qué no le respondí su mensaje de texto. (Vuelve a sacar su celular y lo examina). Sí, es cierto, acá está. Lo que pasa es que a mi me harta esta maldita cosa. Y mirá lo que me dice: vamos para allá. Juan: Pero debe haber sido antes del mensaje de Marga. Carlos: Seguro. Mozo: ¿Les voy trayendo algo? Carlos: No se… ¿Un vino? ¿Una picada? Juan: ¿Por qué no les preguntamos? (Saca su celular y escribe algo). Carlos: (Al mozo) ¿Por qué no nos va trayendo un agua mineral? Mozo: ¿Con gas o sin gas? Carlos: Con gas, para mi con gas. (Mozo sale en busca del pedido). Juan: Acá está la respuesta. Un cabernet, me dice. Queso y salame. Carlos: Confieso que estoy nervioso. Juan: ¿Nervioso? ¿Y por qué? Carlos: No se, tantos años. Han pasado tantas cosas. No se si… Juan: Vamos, si eran unas chicas macanudas. Imagino que deben seguir siéndolo. Carlos: Si, pero… Vos tuviste algo con Marga. Juan: ¡Hace tanto tiempo! ¿Y vos con Gabi? (Va a agregar algo más, pero en ese momento mira hacia la puerta y descubre que entran Marga y Gabi). Pero si, si son ellas mismas. Mirá, Carlos, son ellas. Quién lo hubiera dicho. ¡Y qué jóvenes se las ve! ¿Cómo hicieron? Nosotros al lado de ellas somos unas ruinas. (Fuerte, al tiempo que les hace señas) ¿Así que queso y salame, no? (Se levantan para recibirlas con los brazos abiertos y amplias sonrisas. Marga les hace un gesto para que no avancen hacia ellas y extrae su celular). Marga: (Enfocándolos para sacarles una foto) La ocasión lo merece. Después de tanto tiempo de no ver a estos caballeros… A ver, digan whisky. (En medio de risas, saca la foto). Juan: Eh, esperen, quédense ahí. Ahora nos toca a nosotros. (Repite la escena, sacándoles la foto con su celular). Ahora si. Carlos: Pero yo… (Hace ademán de sacar su celular). Juan: Dejá, después te la escaneo. Marga: Pero claro. Y yo la mía. (Se sientan después de abrazarse y besarse como amigos que hace mucho que no se ven). Gabi: Tanto tiempo… Juan: La verdad… ¡Años! Marga: Si parece increíble, volver a vernos. Carlos: No sé cómo pudimos dejar pasar tanto tiempo. Gabi: Bueno, ocurrieron cosas entre nosotros ¿no? Juan: Ya, ya, a olvidar lo malo y a recordar lo bueno. Ahora a sentarse y a disfrutar del momento. Este lo presiento como uno de esos días inolvidables. (Se sientan) Mozo: (Deja la botella sobre la mesa, destapa la soda y sirve en las copas). Ustedes dirán… Carlos: ¿Por qué no nos trae el menú? Mozo: (Sonriendo, como jugando con la sorpresa) ¿Menú? Acá no hay menú. (Y como los cuatro lo miran asombrados) He visto que los señores… y las señoritas, tienen celulares ¿no es cierto? Bueno, marquen por favor asterisco y tres uno dos cinco y allí tendrán no sólo el menú sino la imagen de los platos en sus pantallitas. (Los cuatro se apresuran a obedecerle). Carlos: Pero es fantástico. Marga: ¡Qué maravilla! Gabi: A ver, a ver… Esta milanesa napolitana luce fantástica. Carlos: Y fijate estos ravioles. (Lee) Y los ofrecen a los cuatro quesos, a la putanesca, al fileto… Juan: No, para mí un bife. Y con fritas. Mozo: (Extrae su celular) ¿Voy tomando los pedidos? Marga: No me diga… Mozo: (Disfrutando la novedad) Si señora, le digo. Les tomo el pedido y ni tengo que molestarme en ir a la cocina. Una vez que me confirman, le doy el OK y esto lo reciben en la cocina en una pantalla. Y cuando el plato está listo me contestan de la misma manera. Juan: (Asombrado) Pero esto es el siglo veintidós. Carlos: Bueno, ordenemos. ¿Marga? Marga: A mi arroz con calamares. (A Juan) ¿Te acordás del arroz con calamares, allá en el muelle de pescadores? Juan: Cómo me voy a olvidar. Gabi: Yo, la milanesa napolitana. Carlos: (A Gabi) ¿Me tengo que acordar de algo? (Ríen) Juan: Me mantengo en el bife con fritas. Carlos: …Y yo en los ravioles a los cuatro quesos. Mozo: ¿De beber? Carlos: Las chicas se han inclinado por un cabernet. Y antes la picada. ¡No nos olvidemos de la picada de queso y salame! (Ríen) Mozo: OK. (Pliega su celular y se retira). (Los cuatro se miran) Juan: (Con profunda nostalgia) ¡Cuánto tiempo, pero cuánto tiempo ha pasado! Marga: Y las cosas que les habrán ocurrido, allá, tan lejos. Sabemos que anduvieron por Europa, por África… Carlos: Pero igual, tendríamos que habernos llamado, habernos comunicado, que hoy que es tan fácil. Gabi: Si, pero… (Iba a agregar algo, cuando suena un celular). Marga: Ese no es el mío. ¿Qué es ese ruido? Carlos: Oh, de las carreras de autos. Cosas de mi… (Se interrumpe) Perdón. (Atiende). Oh, sos vos. Creí que te habías muerto. Como no volviste a llamar. Si, ayer, pero ayer es ayer. Hoy es hoy. Sos un caso. No, estoy en una reunión muy importante. Te llamo. Chau. (Cierra el celular). Perdón. Juan: Yo decía, de todos estos años, si parece mentira. Marga: La experiencia de ustedes en el extranjero debe de haber sido fantástica. Carlos: Ojo, él (por Juan), que yo apenas si estuve unos pocos años afuera. Gabi: Bueno, igual, aunque te moviste menos, mirá todo lo que lograste. Carlos: ¿Y vos cómo lo sabés? Gabi: ¿Qué? ¿Te creés que no leo los diarios? Carlos: (Encantado) Qué tierna que sos. Marga: Bueno, empecemos. Cuenten, cuenten ustedes, que me muero de ganas por saber. Juan: Yo… (Suena un celular) Esta vez es el mío. Gabi: (Por lo que se ha escuchado) ¿Eso es Beethoven, no? Juan: Si… (Extrae su celular) Hola, si, ¿qué hacés? Y si, comiendo, ¿a esta hora qué puedo estar haciendo? Estoy con Carlos y con dos amigas que no veíamos desde que nos recibimos. Nos estamos contando todo, pero todo, ¿eh? Años de no vernos. (Sonriendo intencionado) Y, si, algo hubo. Bueno, chau, nos vemos. (Cierra su celular. A Carlos:) Carmen. Carlos: ¿Carmen? (Señalando a Gabi y Marga). Tenemos que contarles. Mozo: (Llega con la picada y el vino. Les sirve y cuando se va a retirar, suena su celular. Los cuatro lo observan curiosos. Mientras se aleja de la mesa, hablando en tono muy bajo:). Si, si, si. ¿Todo a la cabeza? Ah, y a los premios. (Cierra su celular y vuelve a ubicarse junto al mostrador). Marga: (Desconcertada) ¿Qué dijo? ¿Qué le duele la cabeza? Gabi: (Mientras Carlos y Juan se ríen de ella) Pero vos no podés ser más ingenua. Juan: (Levantado la copa) Bueno, bueno. Por fin se produjo. Años, pero años esperando este momento. Lo juro. (Invita a brindar) ¡Por el reencuentro! (Chocan las copas). Y a no olvidarnos de nada. Tenemos toda la tarde por delante. Marga: ¿Comienzo yo? ¿Desde el principio? Juan: ¿Qué? ¿Vas a empezar desde la última vez que nos vimos? Marga: ¿Y por qué no? Si ellos no lo saben. Ni a Gabi se lo he dicho. Gabi: ¿Pero qué fue? ¿Qué ocurrió entre ustedes? Juan: (Suena otra vez su celular). No… ¡Caramba! Me llaman. Carlos: Te salvó el gong. Juan: (Por teléfono) Si, escucho, hola. Ah, si, ¿cómo te va? No me digas que ahora. (Mira el reloj) No, ahora imposible. Estoy en una reunión muy importante. Pero si no lo teníamos agendado. Bueno, ya veré. Chau. (Cuelga). Del estudio. Gabi: Yo diría que si Juan es el primero que se tiene que ir, que sea él el que comience a contar. Cuando te recibiste te fuiste a Mendoza, ¿no es cierto? Juan: (No responde. Se miran largamente con Marga). Marga: ¿Contás vos o cuento yo? Carlos: (Ante la indecisión de Juan) Bueno, empiezo yo y listo. ¿Más vino? (Sirve a los demás y toma un sorbo de su copa). No le estamos haciendo el honor a esta picada. (Los cuatro pican algo) ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? Gabi: ¿Te lo tengo que recordar? Juan: ¡Vamos, Gabi! ¡Estás como Marga! Marga: Yo propongo una cosa… Mozo: (Se acerca con el celular en la mano. Después de echarle una mirada) Avisan de la cocina que ya está lo que pidieron. ¿Puedo retirar? (Luego de interrogarse entre ellos, los cuatro asienten. El mozo se lleva los restos de la picada). Carlos: (Por el mozo, en tono de broma) ¿Y si le pedimos que nos juegue unos numeritos? Juan: No comieron nada. Gabi: (A Marga) Vos ibas a proponer… (Suena su celular, con un ritmo de moda). Carlos: Mirá la rockera. Gabi: Perdón. Hola, si mamá. Sí, pero sí, dejalos ver teve. No importa, si no lo aprenden de la teve, se lo enseñan los compañeritos del jardín. Son otros tiempos. Si, mamá, dejalos. Chau. (A sus amigos) Era mamá. Me está cuidando los chicos. Carlos: ¿Tenés pibes? Gabi: Si, no sé qué te asombra. Carlos: No, si no lo digo por eso. Es que pienso, en todos estos años, mirá, vos con chicos, vos, Marga, no se (ésta niega). No hay caso, tenemos pilas de cosas para contarnos. Mozo: (Llega con los platos servidos, en una bandeja. La deposita en una mesita accesoria y consulta su celular) A ver, a la señora (por Marga), el arroz con calamares. La señora rubia (por Gabi), milanesa a la napolitana. El señor de gafas, bife con papas fritas. Ay, perdón, salieron españolas. ¿Es lo mismo señor? Porque si no se las cambio. (Juan niega y el mozo entonces continúa) Y el caballero de corbata azul, ravioles a los cuatro quesos. ¡Bon apetit, señores! (Se retira). Juan: Esto parece estar muy bueno. Empiezo, porque el bife hay que comerlo caliente. ¡Caracho! Otra vez el teléfono. (Atiende) Bueno, ¿qué quieren ahora? Pero si ya les dije. No, que no me apuren. Repito, si no estaba agendado, ¿por qué voy a tener que?.. (Cierra el celular) ¡Pero es de no creer! Marga: Y qué vas a hacer. Si te llaman y sos un hombre de negocios… Juan: Pero por qué, si no estaba agendado. Esperate que reviso. (Extrae otra vez el celular y mira). Ay, caracho, ¿hoy qué día es? ¿Es jueves? No me digas que es jueves. Pero soy un idiota. Carlos: No me digas que te habías olvidado. Gabi: Años que no nos vemos y cuando nos volvemos a ver… Juan: No saben cuánto lo siento. Gabi: Se había puesto tan lindo el reencuentro, después de tantos años. Juan: No saben la bronca que me da. Lo único que me consuela es que ahora que volvimos a ubicarnos no faltará otra ocasión para volver a vernos. Carlos: Seguro. Tenés que contarles a las chicas tus experiencias en Abisinia. No saben lo que estuvo haciendo este loco en Abisinia. Marga: ¿En Abisinia? Juan: Bueno, estamos al habla. Todos tienen el número de mi celular. Y si no, mi mail. (Reparte apresuradamente unas tarjetas). Chau, Carlos. Chau Gabi. (Antes de besar a Marga se detiene un instante; finalmente la besa, le hace una pequeña caricia en el rostro, suspira y sale. En el camino hacia la salida vuelve a atender su celular y hace mutis sin dejar de hablar). Marga: (Por Juan) ¿Está casado, no? ¿Se casó, tiene hijos? Carlos: ¿A mi me preguntás? Mirá, sé menos que vos. Tuve y tengo vinculación con él, pero casi exclusivamente profesional. Y porque estamos en el mismo ramo. Sé que ha hecho buena plata, pero mejor que te cuente él. Gabi: Qué lástima esas papas fritas. ¡Y con pimentón! (Pincha una con el tenedor y Carlos y Marga la imitan) Están buenísimas. Marga: Me hubiera gustado saber más de él. Aunque no sé para qué. Gabi: Bueno, ¿íbamos a contarnos qué hicimos durante todos estos años o no? ¿Empiezo yo? Carlos: OK. Gabi: Oh, caramba, otra vez el teléfono. Seguro que es otra vez la cargosa de mi madre. (Atiende). ¿No les dije? ¿Qué pasa ahora mamá? ¡No! Pero qué ocurrencia. (A Carlos y Marga). Mi madre es increíble. Les sacó una foto a los chicos mirando televisión y me la mandó. Miren, pero miren. Carlos: Muy gracioso. Qué lindos pibes. Gabi: Son la piel de Judas. Marga: No parece. Gabi: Bueno, basta, vayamos a lo nuestro. Para qué nos juntamos, si no, después de tantos años. (Con ternura). Carlos, te miro y no lo puedo creer. Carlos: Bueno, ustedes están iguales, pero yo… Marga: Vamos, no mientas y empezá. Carlos: Bueno, ¿cuándo habrá sido la última vez que nos vimos? En el ochenta y pico. Yo… Marga: (Suena otro celular, esta vez como si se tratara de un aire tirolés). Huy, esperá, que me están llamando. (Atiende el celular). Si, yo, ¿qué otra? ¡Sonia, mi amor! No, para nada. Estoy en un restaurante que se llama… (Gabi y Carlos le susurran el nombre) si, Las Tinajas. Lindísimo. Y con unos amigos que no veía hace una pila de años. Si, y más que amigos, también. La estamos pasando bomba, contándonos todo de todo este tiempo sin vernos. Oh, no sabés. Pero qué contás vos. ¡Qué sorpresa! ¿Cuándo volviste? No me digas. ¿Con Roxana y su mamá? Pero qué pollerudo. Y qué podías esperar de semejante aparato, Sonia. Si, te oigo un poco cortado, pero te oigo bien. ¿Al cine? Me encantaría. ¿Qué querés ver? No, esa ya la vi. Y si te digo con quién te vas a querer matar. ¿Cómo adivinaste? Gabi: (Haciéndole señas de que se apresure a colgar) Marga, Marga, después hablás… Carlos: No, dejala, lástima que se le enfría… Marga: (Haciendo señas de que enseguida va a cortar y pinchando a la vez algo de su plato) Si, te escucho. No, de ningún modo. Sí, es un cretino, pero por lo menos esta vez pagó él. ¿Y qué otra cosa puede ser? Ay, Brad Pitt es un amoroso. Si, mejor te fijás bien en el diario y me llamás. Un beso. Chau. (Cuelga. A Carlos y Gabi) Ay, perdonen, pero era otra vieja amiga que recién volvió de Mar del Plata. Carlos: No, no importa. Gabi: Pero escuché mal o estabas haciendo programa con ella. Marga: (Algo confundida) Bueno, si, quedamos en ir hoy al cine. Pero imagino que será más tarde. No, hoy es para nosotros, que hace tanto que no nos vemos. Y qué lástima que se tuvo que ir Juan. Pero los negocios son los negocios. Carlos: Bueno, pero nosotros tres estamos firmes, ¿no? Basta de llamadas y de interrupciones. (Probando su comida) Esto también está muy bueno. Gabi: Bien, entonces, ¿cómo estábamos? ¿Quién era el que primero nos iba a contar su vida? Carlos: (Sin dejar de comer) Creo que había sido yo. Pero si ustedes prefieren… Marga: Te iba a decir eso mismo. Que empiezo yo. Y además es tan breve, tan de mujer que no hizo nada en la vida. Y no como ustedes… Gabi: Vamos, vamos, que yo algo se y no lo voy a dejar pasar, ¿eh? Carlos: Mmm, esto se pone lindo. Marga: Bueno, de acuerdo, comienzo yo. Por más que tenemos tiempo y mi historia seguro que es la más insignificante. Pero como me llamó esta amiga tan querida… Mirá que volver justo hoy y con esa idea de llevarme al cine. Hacía rato que no iba al cine. Ni al teatro. Bueno, a ningún lado. Gabi: Ya, ya, empezá de una vez. Marga: ¿Años 80 dijimos? ¿Mediados de los 80? Si, la última vez que lo vi. a Juan fue…a ver, dejame pensar. Si, junio, lo más julio del 84. Si recuerdo que estaba Alfonsín. (Suena el teléfono) Oh, ah, ¿qué? ¡Pero será posible! Disculpen. (Atiende) Hola, si. Y acá, en el restorán, con los amigos, como te dije. ¿Cómo que sacaste entradas para ahora? No habíamos quedado en eso. No, para nada. ¿Para cuál? ¿Para la Brad Pitt? (Mira a sus amigos con gesto de resignación). Ay, no te puedo decir que no. Pero cómo se te ocurrió, si yo te dije… Bueno ¿y a qué hora empieza esa sección? ¿A qué hora? (Mirando su reloj) ¡Pero falta nada más que media hora! ¡Y estoy en Belgrano! ¿Y eso dónde es? En el centro. Ay, no sé, cuelgo, chau, ya salgo. (A sus amigos, recogiendo rápidamente sus cosas y despidiéndose con un beso a cada uno) Perdón, perdón, esto no me lo esperaba. Pero si no salgo corriendo no llego y es la de Brad Pitt. (Sale despidiéndose aparatosamente de sus amigos que se ríen y también la saludan, resignados). Carlos: Bueno, era lo que nos faltaba. A vos al menos no te espera nadie, no tenés ningún compromiso, no estás apurada… (Ella niega sonriendo con la cabeza. El, después de mirarla largamente, le toma las manos) Ya que hemos quedado solos, vos y yo, te puedo confesar la verdad. El encuentro era entre los cuatro, pero si yo le dije que sí a Juan cuando me llamó para arreglar, no fue ni para volver a verlo a él ni a Marga. Tenía unos enormes deseos de volver a verte a vos. Te digo más: hace mucho que pienso en vos, en aquellos días que pasamos juntos… Gabi: (Igual) Cuando éramos tan jóvenes… Carlos: Cuánto hace que no sabemos uno del otro… Gabi: Vos ya sabés algo de mi. Que me casé, que tengo dos pibes… Carlos: ¿Estás sola? Gabi: ¿Por qué lo preguntás? Sabés que tengo dos chicos. Carlos: Si, pero, ¿estás sola? Gabi: Primero contame de vos. Algo supe, que estuviste muchos años afuera, como Juan. Carlos: No querés contestarme. Pensé tanto en vos todos estos años. Ahora tenemos que desquitarnos, ¿no te parece? (Suenan simultáneamente los teléfonos celulares de él y de ella. Atienden). Gabi: Hola. Carlos: ¡Pero justo ahora! Hola, ¿quién es? Gabi: Si. ¿A que no sabés con quién estoy? Carlos: ¿De dónde? ¿Pero quién le dio mi número? Gabi: No tan de la infancia. De la Facultad. Carlos: No, no me interesa. Gabi: Si te conté, vamos… Carlos: Le digo que no, es inútil, no pierda el tiempo. Gabi: ¿Ahora? Carlos: Pero óigame señor, estoy ocupado, muy ocupado. Gabi: No, ahora no. Llamame esta noche a casa. Un beso. (Corta) Carlos: (Luego de cortar, alterado) ¡Pero qué barbaridad! ¿Sabés qué quería? Venderme un lote en un cementerio privado. Bueno… (Vuelve a tomarle la mano. Reaparece el mozo) Mozo: Perdón (Lo miran disgustados). Si, perdón. Observo que han dejado los platos. ¿Desean algo de postre? Carlos: ¿Postre? ¿Vos querés algo, Gabi? Gabi: No sé qué hay. Mozo: Si vuelve a marcar asterisco tres uno dos cinco y allí tiene nuestra amplísima oferta. Desde queso y dulce hasta la copa de la casa. Carlos: Para mi un café. Gabi: (Consultando el celular) Mm, qué delicias. Chau régimen… (Después de examinar la lista un tiempo). Me inclino por este, el bombón de chocolate. Mozo: Muy bien. Bombón de chocolate. (Marca en su celular, recoge los platos en una bandeja y se aleja). Carlos: (Vuelve a tomarle las manos) ¡Al fin solos! Gabi: Mi amigo, no se apresure, primero tiene que contarme, paso a paso, todo lo que estuvo haciendo todos estos años. Trabajos, aventuras, novias, casorios, hijos… Carlos: Todo, te voy a contar todo… (Suena su celular) Oh, no, otra vez no. (Atiende con bronca) ¡Pero quién es ahora! Ah, perdón, no, es que hace un momento me llamaron de un parque memorial para venderme un terreno. No, qué va a interrumpir. Estoy con una amiga, una vieja amiga. No, nada, no, si, si… ¿El proyecto? En un par de semanas. Y después hay que hacer el trámite en el ministerio. Pero de eso ni se preocupe. Es pan comido, está todo arreglado, usted sabe cómo se trabaja en esto. Si (mientras le hace señas de que lo perdone), si, cuando usted diga, doctor. Hoy, por la autopista se llega a Pilar en un abrir y cerrar de ojos. A la hora que me diga. Si, espere, anoto. Miércoles, a las 9. Perfectamente. No, si yo soy de levantarme tempranito. Un abrazo. Nos vemos. (Cuelga. A Gabi:) Perdoname, pero no lo podía dejar colgado. Vos sabés que las cosas no andan bien y este es un negocio de varios millones. Gabi: Estás perdonado. Y por esa plata, mucho más. Pero ahora, como penitencia, vos me vas a contar, día por día, hora por hora, lo que has hecho y dejado de hacer durante todos estos años. Primero: ¿te casaste? Mozo: (Vuelve el mozo trayendo el postre y el café. A Gabi) Bombón de chocolate no quedaba. Le traje marquise. ¿Es lo mismo? (Gabi se encoge de hombros y le deja el postre. Al alejarse se repite el llamado en su celular). Si, si, anotado, listo. Carlos: Este tipo es un caso. Y esto no es un restorán. Es la fachada de un casino trucho. (Ríen) Bueno, ahora si. Gabi: (Mientras comienza a comer) Ya dijimos que empezás vos. Carlos: (Tomándole ahora una mano) Primero me vas a decir una cosa: ¿tenés la tarde libre, no es cierto? Ningún compromiso a la vista. Gabi: ¿Y por qué querés tener esa seguridad? ¿Me pensás llevar a algún lado? Carlos: Sos una mujer libre, ¿no es cierto? Si, ya sé, tenés dos pibes. Pero estás libre ¿no? (Ella sonríe sin contestarle) ¿Si? Porque si es así, ¿sabés dónde me gustaría que fuéramos juntos? Gabi: Me parece que estamos pensando lo mismo. Carlos: ¿Si? Gabi: ¡Si! Seguimos teniendo los mismos ratones. (Tras comer una última cucharada del postre) Vamos, no perdamos más tiempo. Llamá al mozo mientras paso por el toilette y enseguida salimos. (Suena su celular) Oh, ¡pero será posible! Si mamá. ¿Qué? ¿Pero qué? ¿Pero vos no los estabas cuidando? Pero vos sos peor que ellos. Cuando mirás televisión te olvidás de todo. Está bien, voy para allá. Tomo un auto y voy para allá. ¿Ya llamaste a la prepaga? Y distraela también a la nena que la oigo que está llorando. (Cierra el celular) Ay Carlos, perdoname, pero ya oíste. El nene parece que se tragó una moneda. Perdoname. (Recoge sus cosas. Mientras sale apurada) Pero llamame, ¿eh?,no dejés de llamarme. (Antes de hacer mutis, vuelve a atender el teléfono). Carlos queda solo y desolado. Después de un rato vuelve a servirse vino, prueba un bocado del postre de Gabi y bebe un sorbo de café. Se le acerca el mozo). Mozo: Lo dejaron solo, señor. Y no comieron casi nada. Carlos: No. Y tampoco dejaron nada para pagar la cuenta. (Sonríe) Bueno, qué se le va hacer. Tráigame la cuenta, por favor. ¿Tienen tarjeta, no es cierto? Mozo: Pero al menos la pasaron bien. Yo los vi que conversaban muy animados. Carlos: Eso si, ¿ve? La pasamos muy, pero muy bien. Hacía añares que no nos veíamos. Y ahora en un par de horas, nos contamos todo. Fue como si nunca nos hubiéramos separado. Nunca. Un almuerzo inolvidable. Mozo: Lo que se dice, volver a vivir. (Hace mutis con la tarjeta de Carlos) Carlos: (Solo) Justo, volver a vivir. (Amenazando con aplastar el celular que tiene sobre la mesa) ¡Maldito aparato! Mozo: (Vuelve con la cuenta y la tarjeta) ¿Quiere firmar aquí señor? Carlos: (Mientras firma) ¿Sabe lo que haría falta, jefe? Un restorán celular free. (El mozo sonríe pero sin entender) Que no se permita entrar con celulares, ¿entiende? Celular free. (Se levanta, deja la propina y cuando el mozo va a alejarse, se le ocurre algo y lo llama) Eh, mozo. Por favor… Mozo: ¿Si?... Carlos: (Confidencial) Dígame jefe, ¿no me jugaría un numerito? Mozo: (Como quien no entiende) ¿Cómo dice señor? ¿No me estará confundiendo? Carlos: Perdón, yo creía… Mozo: (Al tiempo que recoge las cosas de la mesa, le hace un guiño y le deja un papelito) Carlos: (Examina el papel, le hace un gesto de que ha entendido, saca el celular y llama. En voz muy baja:) Diez, a la cabeza, para la vespertina, a la yeta. Ah, y otros diez para el 61, la escopeta. Mozo: (Sosteniendo su celular pegado a la oreja mientras se pierde detrás del mostrador) Listo, OK. Carlos: (Se queda un rato junto a la mesa, como quien no sabe qué hacer. Luego hace un gesto de resignación, deja un dinero en la mesa y se dirige a la salida. Cuando está por hacer mutis suena su celular) ¡Ufa! Ah, hola. Si, tenés razón. (Pliega el celular y se dirige a alguien que estaría entre bambalinas) Eh, che, me llamó el autor. Me avisa que esto se terminó y que hay que bajar el telón. (Sale) TELON

No hay comentarios:

Publicar un comentario