sábado, 23 de agosto de 2014

Circo criollo LOS SANTOS BUITRES Ya es malo y humillante que a un tipo lo traten de buitre. Pero es mucho peor si lleva ese mote porque pretende hacer una diferencia con los títulos de un país del que sabe poco o nada, salvo que algún día tendrá que pagar por esos valores que emitió. Él, el buitre apestoso, los compró porque costaban monedas, pero sabiendo que mañana o a más tardar pasado, conseguiría por ellos varias veces más, por aquello de que no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Vale decir, un tipo repugnante. O sea, un verdadero buitre de cuarta. Pero con lo que este miserable no contaba era con lo que le está ocurriendo ahora con los títulos criollos. Es que no sólo no consiguió, a pesar de tener a la justicia yanqui a su favor, que le pagaran en Nueva York, sino que tampoco podrá hacerlo en Buenos Aires, por más que los argentinos hayan prestado su acuerdo para que así se hiciera. Y una vez más la decisión la ha tomado el juez Griesa, o sea ese anciano arrugado que atiende este caso y que tiene, evidentemente, particular inquina a los argentinos. En resumen, que el buitre que aparecía como el malo de la película, el fulano miserable que se aprovechaba de las insolvencias pasajeras que se manifestaban en un país del far south y sin otra importancia que haber salido subcampeón en el último Mundial de fóbal, pasa a ser ahora el gil al que tienen a los coscorrones y a los cachetazos, mientras se aleja cada vez más la posibilidad de hacerse de la guita y de ir a celebrarlo en algún cabarute de Manhattan al sur. Sin embargo tal vez el juez Griesa no haya sido tan malvado como hoy lo ven estos pobres buitres. Y que si le plantó un “no” rotundo a la posibilidad de que cobraran por ventanilla en el Nación, el hombre sabe por qué lo ha hecho. Es decir que lo suyo tal vez no haya sido solamente un acto de severa justicia, sino también de piedad. Porque este muchacho Griesa acaso haya estado alguna vez por acá o tal vez sepa, por algún hijo o alguna nieta que pasó por estas pampas con el propósito de gustar del mate y del dulce de leche, lo que le podría ocurrir al tipo que, con su papel casi moneda en la mano, se presentara a cobrar en ventanilla del Banco Nación. Porque que lo asalten al entrar o al salir del Banco es algo que puede ocurrir lo mismo aquí que en Shanghái; si alquiló un auto, tampoco es grave que un trapito le cobre un 50 o un 100 (dólar) por cuidárselo; si toma un taxi no es imposible que el tachero, al advertir que es un foráneo, a la hora de pagar se quede con el vuelto o le diga que la guita con la que pretende abonarle el viaje ya no corre y le asegure que ahora sólo valen los dólares o los euros. No, nada de eso es importante. Lo serio, el verdadero castigo por su atrevimiento de pretender cobrar, viene después. Primero, la cola en la ventanilla equivocada por la mala indicación de un ordenanza del Banco. Luego la cola verdadera, larga, larguísima, porque ahí cobran también los jubilados con la mínima y los afectados por la última inundación. Y finalmente, cuando llega a ponerse cara a cara con el cajero, el primer escupitajo moral. Porque, sin duda y luego de recibirle sus papeles, el cajero seguramente le dirá, con una sonrisa envuelta en odio: “Ajá, con que un buitre, ¿no?” Y luego de revisarle prolijamente los papeles y pedirle un sinfín de documentos y comprobantes, finalmente meneará la cabeza y dictaminará: “Si, está todo bien pero no es aquí. Vea (y acá hará un gesto como para desalentar al más pintado), va a tener que ir al segundo subsuelo, tercer pasillo, oficina 411, pero donde ahora no lo van a atender porque funciona en otro horario: de 8 a 9 de la mañana. Pero véngase a las 6, porque con esto del pago a los buitres como usted, se arman unas colas infernales. Ah –rematará cuando el hombre está por irse- ya pasó por la AFIP, ¿no? Porque si no tiene el OK de la AFIP no le van a pagar nada. ¿Y ya pasó por el Central? Por los dólares, ¿vio? Porque acá pagamos solamente en pesos. Ah, ¿trajo la declaración jurada? No me pregunte de qué, si el que viene a sacarnos la guita es usted. ¿O no? “Maestro –preguntó el reo de la cortada sin dejar de revolver su café con sacarina- ¿es cierto eso de que en los títulos argentinos hay una cláusula que dice que se pagarán el Día del Arquero?”

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