martes, 19 de agosto de 2014

Poema único Confieso que nunca en mi vida había escrito un poema. Pero esa tarde lo hice. Y cuento porqué. Ocurrió un domingo de primavera, una tarde soleada y cálida. Terminé de almorzar y decidí salir a caminar. Así fue como llegué, caminando por Rivadavia, hasta la Plaza de Mayo. Repito: era una tarde hermosa. Y la plaza estaba casi vacía. Me demoré unos minutos sentado en un banco, hasta que decidí pegar la vuelta. Pero ahora en subte. Bajé a la estación Plaza de Mayo, ingresé al andén, donde no había ni un alma y me metí en el primer vagón de una formación que ya estaba allí, esperándome. El vagón estaba vacío. Salvo el guarda, que era una mujer. Joven, morocha y bastante agraciada. Me senté en uno de los primeros asientos. Y no pude dejar de observarla. Porque su comportamiento era extraño. Abría la puerta del vagón y tocaba el pito, como hacen todos los guardas del subte. Pero entre estación y estación, no obstante la brevedad de cada recorrido, no permanecía junto a la puerta del vagón sino que se sentaba en el asiento más cercano. Y no sólo eso: asomaba la cabeza por la ventana. Como si desde allí, desde el túnel del subte, varios metros bajo tierra, pudiera verse otra cosa que paredes oscuras y sentirse algo más que el traquetear del tren sobe las vías. Entonces adiviné, supe de pronto qué le pasaba a aquella muchacha, guarda de subte, trabajando allí, en un túnel oscuro, una hermosa tarde de domingo y de primavera. Y así fue que cuando volví a casa, no me quedó otra que escribir esto. Que creo que es un poema. Y al que titulé de la única manera posible. LA EMPLEADA DEL SUBTE La empleada del subte quiere, / Que el tren suba a la superficie / Y vuele / Ver el mar y la Tierra / Y tomarse una foto con el tren / Cubierto de nieve. / Lo quiere volando hacia el sol / Sobre el bosque y la verde llanura / Con el viento en las sienes / Visitando estaciones que se llaman / Urano, Marte y Venus. / Dando vueltas en plazas repletas de chicos / Asomar un brazo por la ventanilla / Y sacar la sortija. / Lo quiere al tren repleto de flores / Que huela a rosas, jazmines y azahares / Y que las flores canten. / La empleada del subte sonríe / Sólo porque sueña.

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