lunes, 12 de agosto de 2013

Circo criollo ADIOS A LAS BUENAS MANERAS Parece mentira que gente grande haya celebrado, como lo hizo, el resultado de las elecciones del pasado domingo. Y que interpreten hasta como una humillación para el oficialismo el que haya sido derrotado en algunos distritos clave, como la provincia de Buenos Aires. Donde no alcanzó, para que las urnas le fueran benignas, ni siquiera la foto del candidato de la Cristina, el lomense Insaurralde, con el Papa. Lo que tal vez se deba a que el Santo Padre está íntegramente volcado a sacar campeón a San Lorenzo y no le queda tiempo para otros milagros. Pero lo que no advierten los opositores, lo que les puede resultar muy caro, es que en estas elecciones nadie ha ganado nada, salvo el Gobierno. Y no porque, como lo han dicho desde la tribuna y lo han repetido obedientemente los medios oficialistas, el partido mayoritario, sumando los votos recogidos en todos los distritos, sigue siendo el FPV. Una conclusión tribunera que ha tenido, como único pero sabio objetivo, evitar que, creyendo en serio que han perdido y que esto es el acabose para el oficialismo, los hoy K se pasen en tropel a las filas de la oposición y se transformen en fieles M, C, P o el que sea que apunte a ocupar el sillón del finado Rivadavia. Porque en estas elecciones nadie ha salido electo para cargo alguno; simplemente se ha sabido o confirmado quiénes irán de candidatos en octubre. Y qué chances tienen de llegar más arriba. En síntesis, que han mostrado sus cartas por lo que, a partir de ahora, esto pasa a ser un truco en el que el rival, esto es, los giles de la oposición, juegan con las cartas marcadas. Por lo que ya no importa si las orejean o no, si se pasan señas, si se hacen los pícaros cantando la falta con un cuatro o si fingen dudas al cantar truco, cuando el rival sabe que tienen los dos machos, el de espadas y el de bastos en la mano. En consecuencia es muy posible que lo peor esté por pasar y que, por añadidura, mareados por el triunfo, lo que se viene sorprenda a los opositores con el pingo maneado. Porque, seamos sinceros y claros por una vez en la vida: ¿alguien, adulto y en su sano juicio, puede creer que la Cristina se va a entregar mansamente y que de aquí a dos años dejará el gobierno para volver a Santa Cruz a cuidar a sus nietos (si es que para entonces ya hay más de uno)? Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. Ahora que saben que en octubre próximo y también en el 2015 tienen todas las de perder, no puede sino sobrevenir lo peor. Que de parte del Gobierno se acabe con eso de guardar las apariencias y de respetar la Constitución y se tiren nomás a la pileta de la perduración con lo que tengan a mano. Y que esto signifique ya sea darse el gusto de reemplazar la estatua de Colón por la de Juana Azurduy, como clausurar Clarín, terminar con los canales independientes, quedarse con Papel Prensa, imponer los jueces de la Corte Suprema, meter mano en todas las elecciones, instalar al finado en el lugar que hoy ocupa la pirámide de Mayo y poner a Fito Páez a dirigir en el Colón. “Y tiene razón, yo haría lo mismo”, dijo muy serio el reo de la cortada de San Ignacio. Y como alguien se sorprendiera por el comentario, ya que es un conocido boina blanca, se vio en la obligación de aclarar: “Pero claro, maestro, si yo tuviera la guita que tiene ella no me sacan ni a palos. Porque, ¿adivina qué es lo primero que va a hacer la contra si caza la Rosada? Si, meterle mano a las cuentas en Suiza, abrir las bóvedas y las cajas de seguridad, averiguar cómo hizo para tener un hotel en Calafate y casas aquí y allá, y también los arreglos con Lázaro Báez y Cristóbal López… En fin, que gobierne la oposición, podría ser… Pero que se metan con la guita no, hasta ahí llegamos. Porque sería lo mismo que meterse con la vieja. Y a la vieja hay que cuidarla. Y a la guita también. ¿O no?”.

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