miércoles, 17 de septiembre de 2014

Circo criollo MÁXIMO, EN LAS HUELLAS DE MARADONA Un nuevo piquito de oro asoma en el horizonte político nacional. La revelación se ha dado con la irrupción, el sábado pasado, en cancha de los bichitos colorados (si, allí donde comenzó a brillar Maradona, el más grande de todos), de Máximo Kirchner, el hijo de la señora presidenta de los argentinos. Y el primer acierto, merece destacarse, no fue su alocución, que fue brillante y la dijo de corrido, sino la elección del día para debutar en la política grande: un sábado. Ya que como el público esperado era el de los jóvenes de La Cámpora y casi todos ellos son empleados públicos, de haber elegido cualquier día laborable para su estreno como estadista en ciernes, se habrían producido grandes ausencias en las oficinas del Estado, perjudicando la gestión oficial y la atención del público. Y el segundo, pero no menor, fue ese desafío virtual a la oposición para que diera lugar a que su mamá se presentara a un tercer mandato presidencial. Y no, de ninguna manera, porque no sepa que esto está estrictamente vedado por la Constitución Nacional, sino porque Cristina se lo merece y porque el país la necesita. Y no sólo porque es su mamá. Aparte de eso, que desde ya es muy importante, viene desarrollando una labor espectacular al frente del Ejecutivo, por lo que permanecer en la Rosada, o al menos intentar hacerlo, cuatro años más (u ocho, o doce), se encuentra dentro de sus derechos naturales. Lo que pasa es que, como se enseña en cualquier escuela de negocios, aún la más rasposa, la peor gestión es la que no se hace. En consecuencia la pieza está jugada y ahora le toca mover a la oposición, a la que mejor no calificar. Por otra parte nadie ignora que su papá, el finado, de no haberse interpuesto la Parca, ya tenía pensado que un K sucediera al otro de aquí a la Eternidad, si ello fuera posible. Por lo que la sugerencia del hijo de aquel grande de la política tiene el valor de todo un homenaje a su figura. Aunque tampoco es de desdeñar, por más que se trate de un argumento menor, la versión de que quien sugirió a Máximo que, en su primer discurso, abogara por la permanencia de su mamá en Bi.Ei otros cuatro años, fue su cónyuge, la doctora y madre de su, hasta ahora, único hijo. Es que, se dice, la señora de Máximo, que adora a su suegra, advertiría sin embargo la serie de problemas que podrían suscitarse en el caso de que la hoy Presidenta de los argentinos, debiera volverse a sus pagos adoptivos (o sea a “su” provincia, como ella suele decir), una vez finalizado su segundo mandato. Es que según parece, de tener que volver Cristina a la provincia y, peor aún, si no le encuentran algún cargo, electivo o no, que la devuelva a Buenos Aires, a la señora de Máximo se le presentan, en la imaginación, escenas verdaderamente espantosas. Porque vería a su suegra metiéndose en todo, criticándole la manera en que cría a su pequeño, en la forma que lleva adelante la casa, en cómo cocina, en cómo limpia, como arregla esto o aquello, que el pibe está gordo, que está muy flaco, que a Máximo no lo deja dormir, que gasta en exceso, que por esto y por aquello. Con lo que, finalmente, el matrimonio, hoy tan feliz, podría llegar a hacerse pedazos. “Maestro –preguntó el reo de la cortada de San Ignacio si dejar de revolver su café- le pregunto en serio, por si se viene de verdad el Máximo: ¿hasta qué edad admiten afiliados en La Cámpora?”

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